La mayoría de los irlandeses del norte votaron en contra del Brexit. Todas las partes rechazaron el acuerdo del primer ministro Boris Johnson, incluso las que estaban a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y que ahora se sienten traicionadas. La situación en Belfast es tensa.

Es un día de gran frustración en territorio norirlandés. Del lado de los protestantes unionistas, leales al Reino Unido, se sienten traicionados por los británicos; del lado de los católicos que votaron abrumadoramente contra el Brexit, deben resignarse a la salida.

Esto crea una situación explosiva que Andrew Mac Auley, que nació en Belfast, dice que siempre ha conocido aquí: “Irlanda del Norte siempre está bajo presión y nunca se sabe cuándo se va a quebrar porque siempre está cambiando, a veces está más relajada y a veces la presión está aumentando”.

“Estamos en medio de esto y te preguntas cuándo va a explotar. Eso es lo que sentimos todo el tiempo. No puedes saber lo que va a pasar porque un pequeño problema puede crear una gran división en este país”, afirma.

Aunque tenga ganas de celebrar el Brexit, el primer ministro Boris Johnson sabe que millones de británicos que estaban a favor de la UE viven un día negro, especialmente en Irlanda del Norte y Escocia.

El gobierno británico anunció dos semanas atrás 2.000 millones de libras esterlinas (2.300 millones de euros) en ayuda financiera para apoyar la inversión pública en Irlanda del Norte, una provincia desfavorecida que acaba de salir de tres años de parálisis política.

Llevar a cabo un Brexit ordenado mientras se preserva la paz en Irlanda del Norte es uno de los principales desafíos para el gobierno británico.