Un juez británico tomó la determinación de prohibir a una madre transgénero tener contacto directo con sus hijos, de entre 2 a 12 años, porque ellos pertenecen a una comunidad judía ultraortodoxa de Inglaterra.

El magistrado argumentó su decisión en que los niños y la mujer podrían ser marginados de la comunidad ortodoxa a la que pertenecen, por lo que tomó la decisión de prohibir el contacto directo entre la madre y sus hijos, consigna diario El País de España.

“He llegado a la poco agradable conclusión de que la probabilidad de que los niños y la madre fueran marginados o excluidos por la comunidad ultraortodoxa es tan real, y las consecuencias tan graves, que este único factor, a pesar de las muchas desventajas, debe prevalecer sobre las muchas ventajas del contacto”, detalló el juez en la sentencia.

La mujer -hasta el momento sólo identificada como J- pertenecía a una comunidad jaredí en el norte de Manchester, una rama ultraortodoxa del judaísmo que obliga a sus seguidores a un comportamiento determinado, viviendo por ejemplo aislados de las grandes de las ciudades y sin acceso a internet o la televisión.

Los hombres jaredíes suelen dedicarse al estudio de los textos bíblicos, usan barba y cabellos largos, además de sombreros, con mechones largos a cada lado de la cabeza. Por su parte, las mujeres visten de forma sobria, con ropas que cubren el pelo, los brazos y las piernas.

Según los antecedentes difundidos, J dejó a su esposa y a su familia en 2015, luego de acercarse a comunidades LGBT y aceptarse como mujer y hasta ahora el contacto con ellos era a través de cartas, ya que no hay otros medios de comunicación.

J siempre había tenido dudas con su sexualidad, aunque lo había ocultado debido a las estrictas reglas en las que se vive en las comunidades jaredíes y sus hijos habían nacido de un matrimonio arreglado en 2001.

La mujer había intentado recuperar antes el contacto con sus hijos, pero fracasó, por lo que tuvo que recurrir a tribunales, quienes rechazaron su solicitud.

El juez tuvo que decidir entre el derecho de que la madre vea a sus hijos y el riesgo de que los niños pudiesen ser rechazados al interior de la comunidad ultraortodoxa donde vivían.

“El contacto plantea el riesgo claro de que los niños y su madre se conviertan en las próximas víctimas de la colisión entre dos mundos inconexos (…) Su padre ya ha experimentado las consecuencias de dicha colisión, y nadie sabe mejor que ella cuán dolorosas pueden estas ser”, concluye el documento elaborado por el juez de la causa.

Durante el juicio, el hijo mayor entregó su testimonio y rechazó la posibilidad de seguir en contacto con la mujer que antes había sido su padre. “Si le importo, [mi padre] me dejará en paz”, indicó el niño.