La ejecución de un estadounidense condenado a muerte por el asesinato de una mujer hace 30 años, que estaba prevista el jueves, fue suspendida a último momento por la Corte Suprema, que consideró ilegal la ausencia de un capellán.

Willie Smith, de 52 años, iba a recibir una inyección letal en la cárcel de Holman, en Atmore, en el estado de Alabama, en el sureste de Estados Unidos.

En 1991, el condenado secuestró a una mujer de 22 años ante el cajero automático de un banco y, amenazándola con un arma, le obligó a darle su código de tarjeta de crédito.

Después, la llevó por la fuerza a un cementerio y la mató de un disparo en la cabeza. Puso el cuerpo en el automóvil de la joven y le prendió fuego.

Un año después fue condenado a muerte por un jurado. Desde entonces, sus abogados han intentado evitar el cumplimiento de la pena, subrayando los problemas mentales de su representado.

En las últimas semanas introdujeron de nuevo varios recursos, entre ellos la necesidad que un capellán estuviera en la misma habitación que Smith cuando recibiera la inyección letal, algo que en este momento está prohibido en la prisión donde cumple condena debido a la pandemia de coronavirus.

Smith deseaba que un religioso le acompañara en este ese momento y el más alto tribunal federal, hoy con mayoría republicana gracias a Donald Trump, le dio la razón el miércoles.

Las autoridades de Alabama se opusieron a la decisión y apelaron ante la Corte, que rechazó su solicitud el jueves por la noche.

Los jueces consideraron que “no se puede ejecutar a Smith sin que esté presente el pastor” que el condenado había solicitado.

Su ejecución podría tener lugar en las próximas horas si el estado autoriza la presencia del religioso en la habitación.

El gobierno del expresidente Trump reanudó las ejecuciones en julio y desde entonces se han concretado 13 condenas a muerte.

El presidente Joe Biden se opone a la pena capital, que ya ha sido abolida en 22 estados del país y en otros tres está suspendida temporalmente.