El magnate Marcelo Odebrecht, implicado en el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil, salió el martes de una cárcel de Curitiba (sur) donde purgaba una pena de diez años para pasar a régimen de prisión domiciliaria, constató un reportero de la AFP.

Odebrecht, de 49 años, cuyas confesiones hacen tambalear a varios gobiernos en América Latina, fue trasladado en un automóvil 4×4 de color negro, con escolta, hasta el juzgado de primera instancia donde le colocarán una tobillera electrónica. Desde allí debería dirigirse a su domicilio en Sao Paulo (sudeste), de donde no podrá salir más que en contadas ocasiones y recibir un número limitado de visitas.

Después de pasar dos años y medio en una cárcel de Curitiba (sur), el exempresario, de 49 años, cumplirá el resto de su sentencia de 10 años por corrupción y lavado de dinero en una lujosa mansión de Sao Paulo. Un confort oscurecido por tensiones familiares.

Casos de corrupción

Apodado “el príncipe”, Marcelo Odebrecht dirigió la mayor constructora de América Latina, responsable de obras en todo el mundo, desde el estadio del equipo de baloncesto Miami Heat hasta usinas hidroeléctricas en Angola.

Los investigadores del caso Lava Jato descubrieron que Odebrecht sobornaba políticos para asegurarse millonarios contratos sobrefacturados en Petrobras y otras empresas estatales.

Los políticos también recibían sobornos -a título personal o disfrazados de donaciones electorales- a cambio de leyes y regulaciones favorables a la compañía.

Semejante movimiento de dinero por debajo de la mesa era meticulosamente registrado y gestionado por un departamento dentro de la empresa, dedicado exclusivamente a esa tarea.

Tras resistir durante casi dos años a una lluvia de acusaciones, el grupo acordó revelar sus delitos para suavizar las condena y poder salvar la empresa.

Así, 77 ejecutivos y exejecutivos firmaron un acuerdo de delación premiada y relataron en detalle los engranajes de la corrupción.

Marcelo Odebrecht pudo reducir de 19 a 10 sus años de condena.