Los jóvenes participantes del reality salieron a una realidad completamente diferente a la que habían conocido, donde el acoso los ha hecho temer por sus vidas y replantearse como personas.

La vida post-reality no ha sido nada fácil para los eliminados de Gran Hermano. Y es que los cinco que han salido del encierro, se han enfrentado a fuertes comentarios en su contra e incluso amenazas de muerte.

Maite Phillips, considerada como la “villana” del espacio en su momento, puso una denuncia ante Carabineros, precisamente, por amenazas de muerte.

“El acoso en redes sociales es súper fuerte. Todos los participantes que hemos ya salido de la casa, creo que menos uno, hemos tenido amenazas de muerte“, explicó a LUN.

“La gente no entiende y no ha separado que el programa es un show y que afuera somos personas”, añadió.

De hecho, fue tal el calibre de los mensajes en redes sociales, -incluso le escribían a su madre y novio que conocían su dirección- que la joven no solo dejó de leerlos sino que también tiene temor de salir a la calle.

“Yo sé que soy una buena persona, aunque crean lo contrario”, dijo.

“En la noche me pongo a pensar en qué tanto la embarré”

Una situación similar, o incluso más aguda, es la que vive Fernando “Bambino” Altamirano, el último de los eliminados de Gran Hermano.

Al salir, el concursante se encontró con acusaciones de “machismo” y “maltrato animal”, y de hecho, Fran García-Huidobro abandonó el panel del programa para no hablar con él, debido al comportamiento que había mostrado en la casa y que no era compartido por ella.

“Estoy con un shock tremendo. Estoy viviendo un ciberbullying que, si yo no tuviera la fortaleza, podría pegarme mal”, reconoció al mismo medio.

Entre los comentarios más fuertes que ha encontrado surgen algunos donde le dicen que “no debería estar vivo”.

Tal como ocurre con Maite, “Bambino” también teme salir a la calle, ir al gimnasio o incluso al supermercado. “En la noche me pongo a pensar qué tanto la embarré, porque fue sin mala intención”, reconoció.

Eliminados de Gran Hermano: las consecuencisa en el primero

Benjamín Lagos, el primer eliminado de Gran Hermano, ha sido quien más tiempo ha vivido este acoso, lo cual lo llevó a llorar en una transmisión en vivo en Instagram y anunciar que se alejaría de las redes.

En un extracto que comenzó a hacerse viral, se puede ver a Benjamín hablando con la voz quebrada, asegurando que “la hueá (sic) ha sido demasiado, demasiado, demasiado fuerte. Ver lo enferma que puede estar la sociedad”.

“No sé, se me fue en gran parte la esperanza en mí, de tanto que me repitieron que soy un chanta culiao’ (sic), me lo terminé por empezar a creer”, aseguró el joven de 22 años entre lágrimas.

El influencer fue blanco de críticas luego de discutir respecto a los privilegios con Rubén Gutiérrez.

“Estos últimos días he pensado, en verdad, que soy lo más nefasto de la puta sociedad por tratar de ayudar y no vivir todas las realidades y solo la que me tocó”, dijo.

La producción puso a disposición para ellos ayuda psicológica para enfrentar el regreso a esta nueva realidad, donde ya no son anónimos como cuando entraron, sino que personajes públicos.

¿Por qué funamos o cancelamos con lo que no estamos de acuerdo?

Hace un tiempo, el sociólogo y académico de Trabajo Social de Universidad San Sebastián, David Martínez, explicó a BioBioChile que esta “cultura de la cancelación”, se da en términos valóricos, porque “vivimos en un contexto social, donde cualquier conducta antiética es repudiada socialmente”.

“Hoy las personas exigen que tanto sus ídolos como las marcas que prefieren actúen de acuerdo a ciertos valores fundamentales como respetar el medio ambiente, proteger a los animales y respetar a sus semejantes”, explicó.

Por su parte, Rommel Piña, Magister en Comunicación Social y experto en redes sociales, añadió que “ciertamente, esta cultura ha ayudado a visibilizar la violencia de género, pero también llevó a una frontera muy delicada a la inclusión y tolerancia“.

“Nunca antes se había tenido la posibilidad de decir tanto, de tantas formas y en tantos formatos. Pero la idea de un pensamiento único se ha instalado tan fuertemente en las redes sociales, que pareciera que las diferencias y esa ansiada democracia de las opiniones es una idea demasiada revolucionaria para ser popular”, explicó.