La actriz que protagonizó clásicos de la comedia como "El día de la marmota" y "Cuatro bodas y un funeral", supo de un arrollador éxito durante la década de los 90, pero tras alcanzar el cielo, decidió alejarse de la frivolidad de Hollywood.

La carrera de Andie MacDowell dejó papeles inolvidables, siendo una de las actrices símbolo de los 90. Con un desplante, delicadeza y buen humor supo combinar su belleza natural con un talento para el drama y la comedia.

A través del tiempo, son varias cintas protagonizadas por ella que asoman como joyas de culto. Del mismo modo, “El día de la marmota” y “Cuatro bodas y un funeral” son clásicos indiscutibles del género.

Sin embargo, después de gozar del éxito, no dejó que las luces de Hollywood sean determinantes en su proyecto familiar, puesto que privilegió su maternidad antes que la fama y el dinero.

Pero el motivo de su elección estuvo influenciada por la difícil infancia que tuvo que enfrentar, ya que tuvo que lidiar con el alcoholismo de su madre.

Las vueltas de la vida de Andie MacDowell

La vida de Rosalie Anderson MacDowell empezó un 21 de abril de 1958. Su madre Pauline Johnston, ejerció como profesora de música, quien luego de separarse, mitigó el quiebre con el alcohol.

“Siempre me quiso. No le guardo ningún rencor. Pobrecita. Es una enfermedad horrible”, afirmó MacDowell a la revista People.

Pese a ello, pudo sobreponerse al duro contexto familiar, tomando las riendas de quien se supone la debía cuidar. Así mismo, su madre convivió con sus demonios hasta que murió repentinamente a los 53 años. No obstante, MacDowell afirmó que vivió grandes momentos junto a ella. “Me sentí tan querida que eso fue lo que me salvó. Hubo cosas buenas”, aseguró la intérprete.

Un día la suerte de Andie cambió para siempre, cuando fue descubierta por un cazador de talentos que la llevó a una agencia de modelos.

Con solo 20 años entró de lleno al mundo del modelaje, donde destacó en las pasarelas de Yves Saint Laurent, Armani y Calvin Klein.

Sin embargo, la experiencia la llevó a conocer el lado oculto de las celebridades. “Había mucha cocaína.Tuve una pequeña experiencia al principio de mi carrera, pero lo odié. ¡Lo odié! Fue como un mes. Realmente no me gustó cómo me hacía sentir. No me hacía feliz y no podía dormir”, contó a The Guardian.

Mientras se abría paso por la moda, desde la meca del cine la ficharon sin dudarlo. Fue en 1984 cuando la actriz debutó en la gran pantalla, en la cinta Greystoke: La leyenda de Tarzán, el rey de los monos.

De esta forma se mantuvo en la mira de los directores, pues se inscribió en el prestigioso Actors Studio, la escuela de actuación donde se formaron Jack Nicholson, Paul Newman y Al Pacino.

Un meteórico ascenso

Justo después, McDowell perfeccionó la interpretación, lo que la llevó al elenco de Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), cinta que le valió una nominación a los Globos de Oro. Desde entonces, entregó una serie de taquillazos como Matrimonio por conveniencia, Objeto de seducción y Ciudad de ángeles, que la hicieron una cara reconocible.

En tanto, sus papeles en “Día de la marmota” junto a Bill Murray y Cuatro bodas y un funeral, donde compartió con Hugh Grant, la consolidaron como una figura prominente de Hollywood. De la primera cinta, McDowell dio vida a Rita, el interés amoroso del insoportable meteorólogo Phil, siendo protagonista de una de las comedias más exitosas de los 90.

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En medio de este éxito profesional, McDowell conoció al modelo Paul Qualley en una campaña publicitaria, con quien inició una relación. De la unión nacieron Justin (1986), Rainey (1990) y la también actriz Sarah Margaret (1994). Pese a sus hits en el cine, el anhelo de Andie iba más allá del éxito profesional.

“Ellos agradecen que tomara esa decisión. Es que en Los Ángeles la gente está obsesionada con la industria. Las conversaciones con las que mis hijos crecieron eran distintas: naturaleza, animales. Se podía hablar de series, pero no excesivamente como en Hollywood. Llegué a sentir que si no estaba trabajando todo el rato era una perdedora. Aunque finalizas un proyecto decente, les da igual, sentía la presión, que nunca estaba haciendo lo suficiente”, recogió La Nación.

Las herederas de Andie MacDowell: Rainey y Margaret

Las hijas de Andie con Paul, cuyo matrimonio duró cerca de 13 años, siguieron el camino artístico de la madre. La primera, Rainey, con 34 años, eligió la música bajo el nombre artístico de Rainsford.

Por su parte, Margaret incursionó en el cine, siendo la musa de Quentin Tarantino en Érase una vez en Hollywood. De hecho, Qualley realizó apariciones en la serie The Leftlovers y Las cosas por limpiar, donde hizo de una abnegada madre soltera, demostrando su talento para los roles dramáticos.

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Ahora bien, Margaret confesó que le benefició ser la hija de una leyenda del cine, pues sin ese trampolín no se habría hecho un nombre tan rápido, sostuvo a Paper. “A veces pienso que no merezco la vida que tengo”, mencionó en una entrevista.

“Prefiero ayudar a alguien más que sentirme muy mal”, detalló en 2019. “Hago esto, soy consciente de que se me han abierto puertas. Desde muy joven me dieron oportunidades que de otro modo no habría tenido”, agregó.

Los aprendizajes de Andie MacDowell

Aunque no lo parezca, la actriz siguió actuando aunque en proyectos de corte independiente, dado que, según ella, quedó excluida de algunos papeles por su edad.

“Has escuchado a todas las mujeres decirlo, porque es la verdad. Somos una cultura muy orientada a la juventud. En la mayoría de las películas, los protagonistas están en sus 30 y es difícil conseguir un gran papel protagónico para una mujer madura. He estado luchando desde que tenía 40 años”, contó en The Guardian.

No obstante, la actriz explicó que “miro a otras personas, como Nicole Kidman y otras actrices, y miro hacia atrás y pienso: ‘En un momento, yo fui candidata a estar junto a estas estrellas’. Siento que perdí mi voluntad de serlo en algún momento del camino”, afirmó MacDowell en conversación con The Huffington Post.

Asimismo, la actriz reconoció que regresó a la actuación de la mano de la serie de Netflix “Las cosas por limpiar”, donde su hija interpreta a una mujer con trastorno bipolar, una historia que se asemeja a su propia vida.

“A mi madre le diagnosticaron esquizofrenia justo después de mi nacimiento, sometiéndose a tratamientos de choque hasta que volvió a casa sola. En ese momento no había un sistema de apoyo y tener algún tipo de enfermedad mental era una vergüenza. Crecí en un ambiente algo inestable y Margaret lo sabía”, reveló.