¿Marte? ¿Por qué no mejor construir una base en la Luna?, inquieren algunos. En efecto, la conocemos mejor y está más cerca de la Tierra. La Luna es un trampolín hacia otros cuerpos celestes. Además, la usamos como rampa gravitacional para acelerar y ahorrar combustible con nuestras sondas espaciales.

El ser humano visitó la Luna en los años sesenta y setenta. Y los astronautas regresaron a casa sanos y salvos. Y sin las misiones Apolo, nunca nos hubiéramos atrevido a soñar con InSight.

InSight se lanzó el 5 de mayo de 2018, con un cohete Atlas, desde California. Su aterrizaje se concretó ayer 26 de noviembre en la Llanura de Elíseo, en Marte, tras siete años de trabajo y siete meses de viaje por el espacio.

La emoción y algarabía desbordó el centro de control del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California. Así vivieron el histórico logro.

El proceso fue perfecto: la activación del paracaídas, el despliegue de sus patas y la reducción de velocidad de 19.800 km/h a 8 km/h en apenas siete minutos.

La misión durará poco más de un año marciano (unos 2 años terrestres); 708 días lunares, o 728 días terrestres.

Viaje al pasado

La curiosidad y fascinación por saber cómo es Marte son inmensas. Cuanto más se sabe sobre Marte, más entendemos nuestra Tierra. Ya sabemos mucho sobre nuestro sistema solar, pero no sobre la formación de los planetas. “Creemos que el calor se produce cuando chocan gas y polvo en el sistema solar, formando así un planeta gracias a la fuerza de la gravedad. Es tanto el calor que el planeta se derrite”, explica Suzanne Smrekar, subdirectora de los proyectos de investigación de la misión InSight.

“La Tierra y Marte son dos planetas rocosos surgidos al mismo tiempo”
- Annick Sylvestre-Baron, jefa adjunta proyecto Mars InSight

Luego, “el planeta se enfría y comienzan a formarse cristales”, agrega Smrekar. Los materiales más pesados ​​se hunden y forman el manto del planeta. El hierro y el níquel forman un núcleo metálico, mientras que el material más ligero asciende a una corteza primaria. Estas son estructuras básicas que comparten los planetas rocosos, como la Tierra y Marte. Sus capas, mantos y núcleos, sin embargo, tienen una composición química diferente. Estas son justamente las capas que InSight investigará en Marte.

Tomándole el pulso a Marte

La Luna ha revelado algunos, pero no todos los secretos sobre el surgimiento de los planetas. “Ni la presión ni las temperaturas internas de la Luna son tan altas como en la Tierra y en Marte”, resalta Smrekar.

InSight medirá la conductividad térmica del planeta rojo con una “sonda de flujo de calor” y registrará los movimientos de las placas tectónicas, así como otras actividades sísmicas. La sonda verificará también cuánto se está moviendo el Polo Norte marciano mientras Marte está orbitando alrededor del Sol. De este modo, los investigadores quieren averiguar si el núcleo de Marte es líquido y si este contiene otro metal diferente al hierro.

NASA
NASA

“La Tierra y Marte son dos planetas rocosos surgidos al mismo tiempo”, explica Annick Sylvestre-Baron, jefa adjunta del proyecto, quien agrega que “mientras la Tierra sigue viva, Marte se convirtió en un helado desierto hace unos 3.500 millones de años”. El sistema francés de medición sísmica CNES le tomará el pulso a Marte. Y la sonda de flujo de calor HP3, desarrollada por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), hará lo propio. HP3 penetrará unos 5 metros el suelo marciano.

“La humanidad necesita saber de dónde viene y adónde va”, concluye Sylvestre-Baron. Así que, si todo funciona, InSight nos podrá enseñar más sobre nuestro sistema solar y revelará secretos sobre la vida en la Tierra.