El viernes 11 de noviembre ocurrió un hecho inédito, se llevo a cabo la “siembra” de dos chemamüll en la Universidad del Bio-Bio.

Para que me puedan entender, primero explicaré qué son los chemamüll. Si lo traducimos literalmente al castellano quiere decir “persona de madera”, son representaciones humanas (por lo general cuatro) que plasman la figura de dos parejas: hombre y mujer ancianos, hombre y mujer jóvenes; ellos son los cuatro ancestros de quienes descendemos y que quedaron después del gran diluvio de Kai-Kai.

En la Universidad del Bio-Bio existe un programa para estudiantes mapuche llamado Kuikuitun; en él, se acogen a nuevos alumnos mapuche y de otros pueblos, se instruyen en su cultura, algunos también ahí asumen su identidad como mapuche.

Si bien ocurrió dentro de una universidad, fue una actividad identitaria de nuestro pueblo. Dirigida por un machi, apoyado por un koyon, tanto los protagonistas (alumnos de la universidad) como los invitados participando de un purrün y todos los ingredientes que aplican en ceremonias de este tipo.

Los mismos alumnos generaron las condiciones y encargaron la confección de los chemamüll a un artista mapuche, los que quedaron en un espacio que se ha destinado como lugar ceremonial por la misma universidad.

De esta experiencia me interesa destacar dos hechos:

La existencia de un espacio ceremonial mapuche en una universidad pública, un sitio respetado tanto por autoridades académicas, funcionarios y estudiantes. Se puede; es posible la convivencia de dos naciones en un mismo espacio, no existe ningún caos
en la universidad por ello sino que sigue funcionando al mismo tiempo que se enriquece la institución al tener miradas más diversas, se forman profesionales con una perspectiva más acorde al siglo XXI. Algo que es perfectamente replicable a otras universidades y por qué no a toda la sociedad, ya que como he dicho antes, estamos en todas partes.

Otro hecho interesante es que el grupo de estudiantes estaba formado en su mayor parte por mapuche sin ascendencia directa, sino por jóvenes que han aprendido parte de la cultura de nuestro pueblo, se han identificado con ella y la han hecho propia, al punto de identificarse como mapuche. Algo en que varios hemos insistido, en asumir las formas modernas de identificación de las personas como pertenecientes a un pueblo, una identificación con sentido y conocimiento de qué se está haciendo y qué significa.

Nadie les exige pureza de sangre, muestras de ADN, ni que reciten de memoria su linaje, se identifican como mapuche y los aceptamos como tales.

Esto no es nuevo, incluso durante la Guerra de Arauco muchos españoles fueron aceptados por los antiguos mapuche, se incorporaron a nuestra nación, aportaron con conocimientos y hasta pelearon por ella. Posteriormente lo hicieron argentinos y chilenos
siendo igualmente aceptados. Simplemente, estamos honrando nuestras costumbres tradicionales.

Ambos hechos son alentadores, la formación de profesionales con una visión amplia de lo que es una sociedad y de nuevos mapuche formados como profesionales. Todo ello, no en cualquier universidad, sino en una de las mejores del país según los rankings aplicados en el último tiempo, lo que da esperanzas de lo que viene en los próximos años, cada vez seremos más los que afirmemos:
Inche mapuche.

Eric Melillanca Torres
Presidente de Corporación de Desarrollo Mapuche Trawün