Este jueves debuta en salas nacionales la premiada película colombiana “Monos“, dirigida por Alejandro Landes.

En una zona montañosa, un grupo guerrillero de “La Organización” mantiene de rehén a una ingeniera sueca. Son ocho combatientes que, aislados, sufren un fuerte quiebre al matar a uno de sus integrantes: la vaca que se había encargado de alimentarlos con su leche.

"Monos"
“Monos”.

A lo anterior, se agregan relaciones amorosas entre los integrantes del grupo, y el ataque de fuerzas militares que los obliga a trasladarse a la selva.

Los hechos se desencadenan en forma acelerada, provocando roces, quiebres, traiciones al interior de la escuadra hasta llegar a su desintegración.

Monos” quiere mostrar la violencia y enajenación al interior de una célula guerrillera más allá de Colombia, al no mencionar grupos reales, ni lugares específicos, aunque las referencias son más que evidentes.

"Monos".
“Monos”.

Bien realizada, atractiva visualmente y con una tensión permanente que con sus altos y bajos mantienen la atención, contrasta la nula mención a ideales ideológicos, a las motivaciones para ser parte del grupo y a los objetivos de mantener una rehén. Nada explica la existencia de La Organización, ni que sus integrantes arriesguen (y pierdan) la vida por ella.

Si la intención de “Monos” es mostrar aspectos psicológicos –independiente de lo político o lo social-, me parece que queda en deuda al delinear en forma vaga las personalidades de los integrantes del colectivo (difíciles de mostrar, además, independientes del contexto).

“Monos” es entretenida, atractiva, con bellas imágenes y secuencias, que captura y mantiene la tensión, pero con poco contenido.