Aunque en este montaje se manifiestan también sensaciones livianas de la vida cotidiana, tal vez sea una propuesta en la que se respira con mayor intensidad el aire de encierro al interior del hogar.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Ella, mientras trabaja sus artesanías y realiza algunas labores de casa, mantiene una actitud rigurosa y respuestas definitivas frente a su ruptura, durante el extenso diálogo con su marido.

Él, en cambio, se esfuerza por mejorar ante la esposa su imagen venida a menos, jugando con el cinismo festivo, y exhibe su dependencia con una hija que no termina de pedirle cosas para comer.

La obra, escrita por Remigio Remedy, que protagoniza junto a Pamela Villalba y Cristián Aros, con la dirección de Claudio Pueller, tiene una particularidad que subraya su formato digital: utiliza el Zoom como medio para que sus personajes se relacionen, lo que subraya la sensación de confinamiento y deshumanización.

La obra cuenta con la composición musical de Sergio Cornejo, mientras que Sergio Sánchez es responsable del montaje audiovisual y la post producción.

Pamela Villalba en Padres de octubre, foto de Folil Pueller (c)

Complejo y cotidiano

 
La irrupción de puntos de vista sobre la vida de la pareja se explica por el largo proceso de encierro que ha vivido: tanto verse y tratarse permitió que emergiera lo que cada uno realmente es.

En este infierno cotidiano nadie perdona las consecuencias del comportamiento del otro, en un juego de verdades-mentiras sobre la familia, percepciones e ideas sobre la sociedad y la vida, y la manera de ser asumido diariamente.

A eso se agregan dos situaciones que son verdaderas heridas para ambos: el hijo que se comunica con grabaciones desde la calle donde lucha por una sociedad más justa, y una hija que vive la fantasía que le aporta su obsesión por los videojuegos y que le habla al papá por guasap.

Sin embargo, el director Claudio Pueller, junto con promover un diálogo intenso y natural, dota de una carga sencilla y atractiva de vitalidad y sentido a esta compleja y cotidiana exposición de sentires y conductas.

Para lograrlo recurre a un lenguaje audiovisual que recorre los espacios donde la pareja se encuentra; también, a la voz del actor Cristián Aros para un contacto telefónico que provoca celos y recelos; y utiiza a menudo una suerte de interferencia en la conexión digital que perfila un signo extraño y vibrante.

Trizaduras irreparables

Una arista importante de la obra, que excede lo familiar, se relaciona con la posición frente a los conflictos del país, ya que mientras ella defiende las movilizaciones, él ha renunciado a los ideales sociales que antes sostuvo.

Es relevante porque el tema afecta lo personal: la nueva forma de pensar se percibe como una actitud que triza o destruye la admiración que se siente por el otro.

Lo mismo ocurre cuando se alude a la falta de contacto humano y real, reemplazado por el aprecio excluyente a la globalización y al ciberespacio, o al deterioro del amor como elemento fundamental en los proyectos comunes.

El tema sexual también es motivo de pelea, y aunque hay pausas afectivas cuando se rememora el día en que se conocieron, ambos deberán optar entre conciencia versus producción como motor de la vida, lo que -en síntesis- separa a esta pareja… certezas que, obviamente, se pueden convertir en humo.

Afiche de Padres de octubre

Youtube Teatro del Puente.
Viernes, 21.00 horas.
Entrada única $ 3.000. 
Última función. Informaciones en www.teatrodelpuente.cl