Rodrigo González, el humorista que con éxito se presentó en la pasada edición del Festival de Viña del Mar, está recién disfrutando su triunfo.

En una entrevista con Mentiras Verdaderas de La Red, el actor confesó que no disfrutó mucho lo que fue Viña, debido a lo presionado que estaba por hacer bien las cosas.

Pero eso ha cambiado en los últimos días, cuando pudo revisar la rutina y ver cómo el público estuvo con él, junto con regalarle las gaviotas de Plata y Oro.

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La buena actuación sin embargo, estuvo antecedida de dos hechos desconocidos que González vivió antes de subirse a la Quinta Vergara, tras escenario. Así lo relató en el programa nocturno: “Yo soy medio tartamudo. Entonces, la rutina estaba trabajada para que no se notara. Y en el camarín, estábamos mis hijos, el equipo de trabajo y (había) aire acondicionado”.

“De repente -prosigue- digo ‘no tengo voz’ y estaba cantando (Eros) Ramazzoti. Digo que apaguen el aire acondicionado, tomo mucha agua ya que te hidrata las cuerdas vocales, y llega Iván Cáceres, mi fonoaudiólogo. Él me dice: ‘Rodrigo está somatizando tus nervios en las cuerdas vocales’. Estaba trabado”, contó.

Ante ello, retiran a todos del camarín. “Apaga las luces y me hace media hora de masajes y ejercicios. Estábamos a 45 minutos, urgido. El me recupera la voz, yo parto por el túnel a presentarme”, agregó.

Acá es cuando el humorista contó el desconocido papel de Rafael Araneda en el éxito del humorista. “Llego a la pata, que es el borde del escenario, y el Rafa me agarra y se manda un Bonini de la reputamadre”, contó.

La arenga tuvo un pequeño historial de sus logros profesionales y de quién era para presentarse ahí. “El Rafa me prendió, el hueón me dejó tiqui taca”, concluyó.

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