En pleno Desierto de Atacama, a 5 mil metros de altitud, el esfuerzo por responder las preguntas acerca del origen de las estrellas, planetas y galaxias está entregando resultados fascinantes, que otros observatorios no han podido dar.

En el Llano de Chajnantor, 66 antenas trabajan al unísono. ALMA observa aquella luz que es invisible al ojo humano y a otros telescopios, luz que es emitida naturalmente por el universo como ondas de radio.

El Atacama Large Milimeter/Submilimeter Array partió sus operaciones en septiembre de 2011 y tiene una ubicación privilegiada. Su relativa cercanía con el Ecuador le permite observar la mayor parte del cielo, incluyendo buena parte del Hemisferio Norte.

Y sus resultados sobrepasan –con mucho- los logros de los observatorios tradicionales, porque ALMA no solo permite tomar imágenes, sino también registrar la composición y el movimiento de la materia que se está observando. Los resultados dependerán de la cantidad de horas de observación y la ubicación de las antenas, puesto que a mayor separación, mayor será la resolución que logren.

Son técnicos e ingenieros chilenos quienes montaron ALMA, en un esfuerzo conjunto con científicos y expertos de todo el mundo. Es una instalación astronómica internacional en asociación con Europa, Estados Unidos y Asia del Este.

Norteamérica proporciona 25 antenas, Europa otras 25 y Asia del Este 16. Para nuestro país, el beneficio es inconmesurable: el 10% de la observación del cielo, está destinada a astrónomos chilenos.

ALMA

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Matías Radic es astrónomo de la Universidad de Chile y trabaja hace 4 años en ALMA. Explica que el proceso parte desde el momento de la observación de las antenas, que puede tomar largas horas. Luego, estos datos se procesan en la computadora no militar más grande del mundo, ubicada en el mismo Llano de Chajnantor a algunos metros de distancia de las antenas.

La información obtenida se decodifica y es enviada a los astrónomos, que trabajan a 2.900 metros de altura, en el Centro de Operaciones. Después de cerca de 3 meses de trabajo se puede obtener una imagen del universo, pero los datos recopilados son analizados por un investigador a cargo, que puede emitir un informe prácticamente un año después.

A partir de ALMA comienza a aparecer la misteriosa luminosidad del Universo más frío y oculto y se puede observar con una increíble claridad aquello que el ojo humano jamás ha visto.

Visitas a ALMA

Desde el 29 de marzo, quienes quieran conocer las instalaciones de ALMA pueden hacerlo de manera absolutamente gratuita. Cada sábado y domingo, por las mañanas grupos de 40 personas son llevadas hasta el Centro de Operaciones ubicado a 50 kilómetros de San Pedro de Atacama y a 2.900 metros de altura.

Como explica Thaís Mandiola, coordinadora de visitas, el interés de la gente ha sido masivo. Los tickets se distribuyen a través de internet y las visitas ya están copadas hasta el mes de junio.

La gente puede conversar con los expertos de 20 países que trabajan en ALMA y conocer las antenas que están en mantención y cuyo costo bordea los 15 millones de dólares cada una. Algunas miden 12 metros de alto, otras 7 metros y permiten entregar mejor resolución a las imágenes que captan las de mayor tamaño.

Cada una de ellas es transportada en camiones que pesan 130 toneladas y avanzan a 7 kilómetros por hora hasta llegar al punto exacto, a 5 mil metros de altitud en el Llano de Chajnantor. En total, 66 antenas distribuidas hasta a 15 kilómetros de distancia unas de otras, porque ya se sabe que a mayor distancia entre cada antena, mejor será la resolución de la imagen que capten.