Curar el cáncer es uno de los objetivos principales de la medicina moderna y de eso no cabe duda. Los esfuerzos de los profesionales de la salud se han centrado en desarrollar tratamientos lo menos invasivos y lo más efectivos posible, que incluyen a la metalurgia dentro de las posibilidades.

En este sentido, utilizar pequeñas partículas de oro y otros metales para combatir patologías como el cáncer, es la iniciativa que está llevando a cabo un grupo de investigadores chilenos del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas, formado recientemente por las Universidades de Chile y Católica de Chile, con apoyo del programa FONDAP de CONICYT.

Su apuesta es por la nanomedicina, mediante la cual es posible manipular la materia a escala atómica y molecular. De hecho, un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro.

Las investigaciones del centro son lideradas por Marcelo Kogan, Doctor en Química Orgánica y Profesor Asociado de la Universidad de Chile, junto con un grupo de especialistas. Dichos estudios, también esperan ayudar al diagnóstico precoz de males oncológicos y las enfermedades cardiovasculares.

Los científicos están explorando el uso de nanopartículas de oro, las cuales tienen la propiedad de absorber energía si se irradian con luz infrarroja, pudiendo destruir una célula tumoral. Todo ello, siempre y cuando dichas partículas sean dirigidas selectivamente a la zona afectada.

La nanomedicina también puede operar con una diversidad de partículas metálicas, poliméricas, inorgánicas, entre otras, que entregan propiedades físicas muy útiles para el manejo terapéutico. De hecho, en Alemania ya se ha implementado el uso de nanopartículas magnéticas para el cáncer de cerebro.

Ventajas terapéuticas

Respecto del uso potencial de nanomedicina en tratamientos, Kogan señala que la posibilidad de direccionar selectivamente las partículas, es una estrategia fundamental para evitar los efectos colaterales propios de las terapias contra el cáncer. Esto, tal como sucede con algunos medicamentos actuales utilizados, por ejemplo, en el cáncer de mama.

Según explica, las propiedades antiproliferativas de estos fármacos suelen dirigirse no solo a la zona del tumor, sino también a otros lugares del organismo, generando ciertos efectos colaterales nocivos.

“Con la nanomedicina, la materia a tan pequeña escala cambia sus propiedades, siendo esto muy útil contra el cáncer. Podemos generar una nanopartícula y recubrirla con un fármaco antitumoral, haciendo que ésta solo llegue a la zona afectada y se quede adherida ahí, ayudando a atacar las células cancerígenas. Y una forma de propiciar esto, sería utilizando componentes especiales, como pequeños imanes”, comenta.

Según explica Kogan, gracias al nuevo proyecto FONDAP y la existencia de infraestructura adecuada, podrán experimentar y probar diversas estrategias durante una década.

Patologías cardiovasculares

Estrategias y conceptos similares buscan ser aplicados en otro frente: las patologías cardiovasculares, cuya línea de estudio está lideradas por los Dres. Sergio Lavandero y Pablo Castro.

En estas enfermedades –de alta frecuencia a nivel mundial- también se generan “ciertas estructuras anómalas, como las protéicas, que podrían erradicarse con estas partículas, logrando una terapia efectiva”, explica el Dr. Kogan.

Al respecto, uno de los proyectos en estudio es la utilización de péptidos con propiedades útiles para tratar enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, el problema es que estos péptidos son muy inestables si se inyectan como fármaco y su efecto dura muy poco en la sangre. “Por tanto, con la nanotecnología podríamos ayudar a que permanezcan más tiempo en el torrente sanguíneo y facilitar la llegada del compuesto activo al sitio de acción. Ese es otro de nuestros desafíos”, detallan los especialistas.

Los investigadores también esperan trabajar en la línea del diagnóstico, al poder visualizar anticipadamente la aparición de estas estructuras, otorgando protección ante problemas como la insuficiencia cardíaca o las fibrosis.