Cuando se creó el Servicio Militar en Chile -en 1900-, fue hecho como una opción para mantener a un alto número de personas listas en caso de alguna situación bélica. Sin embargo, otro objetivo que tiene, es tratar que las personas que ingresan puedan optar a otras alternativas de crecimiento.

Chile, a principio del siglo XX, era un país con una alta tasa de analfabetismo, llegando al 60% de la población. Es en esta etapa, que el Servicio Militar, en conjunto con el gobierno, deciden impartir educación para los conscriptos que no sabían leer ni escribir, enseñándole con programas dentro de la preparación militar.

A lo largo del tiempo, Chile comenzó a crecer, y las tasas de analfabetismo bajaron, por lo que el SMO tomó la decisión de seguir con la ayuda a los jóvenes que entraban a sus filas, pero ahora, sumando a su programa de alfabetización, la posibilidad de terminar la enseñanza básica, media y posteriormente la capacitación técnica, que es la que muchos jóvenes aprovechan hasta el día de hoy.

Los conscriptos optan a estos beneficios dentro de cada institución en donde están realizando su SMO y pueden elegir terminar su enseñanza básica o media y, los que ya la han concluido, a una carrera técnica, la que son impartidas por institutos técnicos profesionales.

Los soldados realizan estas capacitaciones por más de 150 horas, en donde pueden elegir entre más de 75 cursos, entre los que destaca gastronomía, contabilidad, mecánica automotriz o soldadura al arco.

Pero las oportunidades no se acaban ahí, porque cuando los conscriptos son licenciados, sus datos quedan en el “Sistema de reinserción laboral”, que es una base en donde las empresas pueden buscar trabajadores con características que solo un soldado tiene, como buena salud física y mental, que esté acostumbrado al esfuerzo, que tenga disciplina, además de otros valores y actitudes que solo se aprenden en el SMO.