China reveló el miércoles haber “vigilado” el vuelo de dos bombarderos estadounidenses B-52 sobre su recientemente autoproclamada zona de defensa aérea situada sobre el Mar de China oriental, aunque evitó recurrir a amenazas de réplica militar.
El sobrevuelo de los dos bombarderos constituye una advertencia sobre la determinación de Wasghington a poner límites a lo que considera una actitud agresiva de China, en una zona plagada de litigios territoriales entre Pekín y sus vecinos, empezando por Japón.
La respuesta moderada de China al desafío estadounidense provocó críticas de internautas chinos, aunque según analistas, el gigante asiático nunca pretendió imponer sus reivindicaciones por la fuerzas.
El sábado pasado, el ministerio chino de Defensa proclamó de forma unilateral una “zona aérea de identificación”, que obligaría a los aviones que pretendiesen cruzarla a presentar un plan de vuelo detallado.
Y amenazó con desencadenar “medidas defensivas de emergencia” contra los aparatos que no se conformaran a los nuevos requerimientos.
Esa zona incluye el archipiélago de las islas Senkaku, bajo control japonés y reivindicado por Pekín con el nombre de Diaoyu. Está situada en el Mar de China oriental, un área del Pacífico delimitada por por China, Corea del Sur, Japón y Taiwán.
Esa decisión generó una oleada de protestas y fue simplemente ignorada por los dos bombarderos B-52 Stratofortress.
Los aparatos, que no llevaban ningún tipo de armamento, despegaron el lunes de la isla de Guam en el Pacífico, en el marco de un ejercicio previsto con antelación, y regresaron a su base tras permanecer “menos de una hora” en la nueva “zona de identificación”, según el reporte divulgado el martes del Pentágono.
El vuelo se desarrolló “sin incidentes”, precisó el portavoz del Pentágono, el coronel Steven Warren.
China se apresuró el miércoles a decir que nada de eso había pasado desapercibido a sus ojos.
“Las Fuerzas Armadas chinas vigilaron en su integralidad el proceso (de vuelo de los B-52), procedió en un plazo adecuado a la identificación (de los aparatos) y estableció de qué tipo de aviones estadounidenses se trataba”, indicó el ministerio de Defensa chino.
“China tiene capacidad de ejercer un control eficaz de su espacio aéreo”, destacó el ministerio en un comunicado.
La declaración se abstiene de cualquier comentario crítico o de expresión de indignación, y a pesar de que reitera la reivindicación china sobre esa zona, los analistas la consideraron relativamente moderada.
Estados Unidos calificó el anuncio chino de “inútilmente incendiario” y el martes volvió a denunciar una tentativa “unilateral de modificar el statu quo en el Mar de China Oriental”.
El vuelo de los B-52 es una muestra de respaldo estadounidense a Japón, un país con el cual Washington tiene un pacto de seguridad.
“Los japoneses pueden ver diariamente que Estados Unidos está aquí como un socio para la defensa de Japón”, declaró la nueva embajadora de Estados Unidos en Tokio, Caroline Kennedy.
Las aerolíneas comerciales japonesas, que inicialmente habían acatado las nuevas disposiciones chinas, anunciaron este miércoles que dejarían de hacerlo, siguiendo las instrucciones del propio gobierno nipón.
La tensión llevó el lunes a Tokio a convocar al embajador chino, que convocó a su vez al embajador japonés en Pekín.
También Australia criticó la medida unilateral de Pekín, generando una airada irritación.
Corea del Sur también criticó la medida y expresó su preocupación por el rápido deterioro de la seguridad en la zona.
“Si los conflictos territoriales y las cuestiones históricas se mezclan con el nacionalismo, la situación en la región puede deteriorarse rápidamente”, advirtió en un seminario el ministro surcoreano de Relaciones Exteriores, Yun Byung-Se, citado por la agencia Yonhap.
Muchos internautas chinos acusaron a su gobierno de haberse echado atrás ante el desafío estadounidense.
“Cuando (los norteamericanos) vienen a tantearnos, no tenemos las agallas de mostrar quién es el que manda por aquí”, escribió uno de ellos.
“No haberse atrevido a derribar a los aviones demuestra el sinsentido de haber establecido una zona de identificación aérea”, apuntó otro.
Pero según analistas, China mantuvo cierta vaguedad sobre las medidas que podría adoptar para hacer acatar sus nuevas medidas, y su intención podría ser sobre todo la de reafirmar su soberanía sobre las islas en disputas con Japón.
El anuncio chino deja abiertas varias opciones a fin de que las autoridades puedan “explicar por qué no pueden hacer nada en caso de violación” de las normas decididas de forma unilateral, dijo Jingdong Yuan, un experto en cuestiones de seguridad en la Universidad de Sídney.
La Disputa sobre las Senkaku/Diaoyu, que estuvo en segundo plano durante décadas, registró en los últimos años una escalada, que se aceleró en septiembre de 2012, cuando el gobierno japonés compró las tres islas que hasta ese momento estaban en manos privadas.
China también tiene litigios territoriales en el Mar de China Meridional.