A tres años de la tragedia del 27F, los estragos del terremoto y posterior tsunami permanecen aún muy vivos en Tirúa, localidad azotada aquella madrugada por olas que arrasaron con viviendas, locales comerciales y con el propio edificio municipal.

En medio de los actos conmemorativos y anuncios optimistas del Gobierno, han surgido fuertes cuestionamientos desde esta comunidad, que ve con frustración cómo se obstaculiza o se relega al olvido los planes reales de reconstrucción local.

“Faltan palabras para describir la impotencia que se siente cuando vemos por la televisión al presidente Piñera inaugurando viviendas y nuevas obras en las zonas afectadas por el tsunami, y nosotros aquí todavía a la espera de instalarnos en nuestros hogares definitivos, pese a todos los esfuerzos que hemos hecho”, reconoce Rodrigo Salas, presidente del Comité de Damnificados “Tierra Nueva”.

Esta organización se conformó días después de ocurrido el desastre, asumiendo la tarea de canalizar ayuda para las familias damnificadas, y luego en la búsqueda del terreno y tramitación de los subsidios habitacionales. Estas gestiones tuvieron una cadena de dificultades, alcanzando finalmente el resultado esperado: concretar la construcción de un complejo de viviendas.

A cinco meses de ese logro, no obstante, todavía no pueden ocupar sus nuevas casas, por no contar con las autorizaciones necesarias para la conexión al suministro de agua potable, tramitación que, asegura el dirigente, se extendió por errores en los documentos elaborados por los mismos servicios públicos.

“El Gobierno ha sido el principal ausente en todo este proceso. Nosotros hemos realizado todo de manera autónoma, los únicos que de verdad nos han colaborado han sido los sacerdotes jesuitas, especialmente el padre Pablo Castro, y algunos funcionarios municipales”, afirma Rodrigo Salas.

Agrega que en Tirúa ha existido falta de voluntad de las autoridades de Gobierno, “porque si hubieran querido apoyar a los que realmente resultamos afectados, esto se hubiera resuelto hace mucho tiempo, porque la cantidad de plata que han gastado en la construcción de casas de personas que no lo ameritaban, ha sido enorme”.

En lo inmediato el Comité de Damnificados “Tierra Nueva” cuenta con el compromiso del municipio para formular y postular el proyecto que les permita acceder al alto financiamiento que implica la conexión a la red de agua potable.

“Esto nos tomará otros meses, y es probable que nuestra gente pase un cuarto invierno en mediaguas. Tendremos que nuevamente recurrir a las voluntades de las autoridades, porque no tenemos de dónde sacar más recursos. Pero ya no actuaremos de la manera pacífica que hemos mostrado hasta acá. La paciencia tiene un límite”, advierte el dirigente.

Igualmente desalentadora es la reflexión del alcalde Adolfo Millabur, quien debió asumir en diciembre un municipio repartido en al menos diez casas arrendadas, con todas las complicaciones que esto conlleva en el presupuesto municipal, en la organización administrativa y en la calidad de la atención del público. El mismo contexto en que debe cumplir con las tareas de reconstrucción.

Este 27 de febrero lo pasamos sin la presencia de representantes del Ejecutivo ni de anuncios, en completa soledad. Eso es una señal de la importancia que tiene Tirúa para las autoridades de turno, pese a ser una de las comunas más gravemente dañada por el tsunami. Aquí se destruyó parte importante del casco antiguo del pueblo, y el municipio desapareció, con todo lo que significa perder un edificio público, la principal ventanilla de comunicación entre el Estado y la ciudadanía, y considerando además que este es el municipio más lejano de la capital regional”, indicó.

Para el alcalde resulta insólito que se haya priorizado a los municipios que tuvieron daños en sus infraestructuras y que a Tirúa, que tuvo una destrucción total, se haya postergado. “Muchos de esos municipios ya han inaugurado o están en vías de reponer sus dependencias afectadas por el terremoto. En cambio, la Municipalidad de Tirúa esperó tres años y sumará otros tres para llegar a atender de manera institucional los problemas de la comuna. Eso es muy frustrante”.

Cabe señalar que los efectos del tsunami también repercutieron en la postergación de otras iniciativas emblemáticas como la construcción de la costanera e instalación del alcantarillado en Quidico, el segundo sector de mayor población comunal.

“Esta reconstrucción, que se muestra como exitosa, no se conoce en Tirúa. Creo que ha habido una falta de preocupación importante desde el Gobierno central, porque estamos lejos de la zona de reclamación permanente. En Tirúa hemos sido víctimas y objeto de olvido”, concluye la autoridad.