El vestuario típicamente mexicano de la pintora Frida Kahlo, que eligió para esconder su lastimado cuerpo y preservar su identidad étnica, ha inspirado a diseñadores de moda internacional y a partir de este miércoles será expuesto en su casa museo de Ciudad de México.
La exposición “Las apariencias engañan”, abierta el miércoles, integra unas 300 prendas, entre vestidos, zapatos, joyas, perfumes y otros objetos personales encontrados en los armarios, baúles y salas de baño de la Casa Azul, ubicada en el sur de la capital mexicana, donde Frida vivió con su esposo Diego Rivera, otro artista plástico muy representativo de México.
La muestra incluye tres corsés artísticos, uno de ellos diseñado en cuero por el artista Jean Paul Gaultier para la firma japonesa Comme des Garçons, dedicados a la memoria de la pintora.
También se exponen tres vestidos en flores, encaje y algodón diseñados por el italiano Ricardo Tisci para la casa de alta costura francesa Givenchy y que fueron inspirados en la vida e imagen de Frida.
Una de las salas está dedicada a nueve vestidos de tehuana, unas prendas femeninas típicas del istmo de Tehuantepec, en el sur de México, de donde era originaria la madre de Frida.
Las blusas cortas con coloridos estampados y las faldas largas de ese atuendo escondieron el lastimado cuerpo de la pintora.
Kahlo contrajo poliomielitis en sus primeros años de vida, lo que afectó el crecimiento de una de sus piernas. A los 18 años, en un accidente de autobús, un tubo de metal le atravesó el vientre, obligándola a someterse a dolorosas operaciones y a postrarse en la cama por largos períodos de su vida.
Con el delicado bordado de sus blusas cortas de tehuana y el complicado peinado de trenzas, Kahlo conseguía que la gente se concentrara en su talle y rostro, distrayéndolos de sus piernas y de su cuerpo roto, explicó Circe Hernestrosa, la comisaria de la exposición.
En uno de sus dibujos, en que el Kahlo se representa a sí misma desnuda con mariposas estampadas en una pierna y un corsé pintado bajo un elegante vestido largo, la artista escribió de su puño la frase que da nombre a la muestra: “Las apariencias engañan”.
Por otro lado, los expertos suelen decir que la pintora se vestía de tehuana para complacer a Diego Rivera, con quien estuvo casada hasta el día de su muerte en 1953, pero según Hernestrosa, el hallazgo de una fotografía de la Casa Azul, que muestra a todas las mujeres de la familia Kahlo vestidas así, revela su voluntad de conservar un legado.
“Su manera de vestir fue resultado de su propio y fuerte sentido de identidad, una identidad construida desde el dolor físico”, dijo Hernestrosa durante un recorrido por la exposición.
El atuendo de Tehuantepec “simboliza a una mujer fuerte”, añadió, y Kahlo eligió portar este vestido porque le ayudaba a proyectar sus convicciones políticas y su mexicanidad. Esto queda de manifiesto en su autorretrato “Las dos Fridas”, donde la pintora surrealista aparece con esos vestidos típicos.
“Pies para que los quiero si tengo alas p’ volar”, escribió la artista en uno de sus dibujos expuestos en una sala destinada a los zapatos.
Una bota roja delicadamente pintada con motivos chinos en la prótesis que Kahlo utilizó cuando le amputaron la pierna, y dispuesta entre otros pares de elegantes zapatos, habla por sí sola del estilo con el que la artista vivió a pesar del sufrimiento físico.
“El estilo de Frida era ecléctico. Gustaba de combinar colores, texturas y orígenes de prendas según su estado de ánimo”, explicó Hilda Trujillo, directora del museo Frida Kahlo.
El vestuario restaurado en los últimos ocho años será exhibido por partes en la Casa Azul, en una iniciativa en la que participa la revista de moda Vogue, que en 1939 dedicó su portada a la artista, pese la militancia política que ella mantenía en el Partido Comunista.