Estados Unidos busca mantener su nivel de impuestos, el más bajo en 20 años, en un que negocian en Washington el Gobierno y el Congreso para evitar una crisis fiscal a inicios de 2013.
Si se suman todos los impuestos locales, Estados Unidos es el tercer país con menos tributos de los 34 que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), después de Chile y México, con solo un 25,1% de impuestos obligatorios, en comparación con el 44,2% de Francia, el tercer país rico con más impuestos en el año 2011.
Los ingresos del Gobierno federal por cobro de impuestos jamás fueron tan bajos desde 1950, según la Casa Blanca. La recesión de 2008 y la lenta recuperación de la economía explican en parte esta baja recaudación.
Para los estadounidenses más ricos, los impuestos están en su nivel más bajo desde fines de la década de 1980 y principios de 1990.
En la década de 1950, la escala del impuesto a la renta más alta fue del 91% para los ingresos superiores a 400.000 dólares. Hasta 1981, la tasa máxima fue del 70%.
En ese entonces, el impuesto para los ingresos más altos descendió a 50% y más tarde, durante el gobierno de Ronald Reagan, a 28%. Con Bill Clinton, la tasa subió a 39,6%, pero bajo el mandato de George W. Bush volvió a bajar al 35%, un nivel que mantuvo el presidente Barack Obama.
Para hacer frente a la crisis, Obama también ha aprobado otras deducciones temporales de los impuestos, por ejemplo de las contribuciones por concepto de seguridad social.
Todos los contribuyentes se han beneficiado de esta baja histórica, que acentuó las diferencias fiscales entre Estados Unidos y los países de Europa occidental.
Según la OCDE, una persona sin hijos que percibe un salario promedio paga un impuesto de alrededor de 28% en Francia contra un 22% en Estados Unidos.
Esta diferencia está acentuada por una originalidad del sistema estadounidense: los consumidores no pagan IVA federal (impuesto al valor agregado), contrariamente a la mayoría de los países ricos como Francia, donde se paga un 19,6% de IVA sobre las compras en todo el país.
Varios estados y ciudades estadounidenses tienen un impuesto al consumo, pero es mucho más bajo que el IVA de los países ricos: se cobra entre el 5% y el 10%. Incluso este gravamen se suspende de manera regular, por ejemplo en Nueva York para las compras de vestimenta inferiores a 110 dólares.
Por el contrario, el impuesto a las empresas es uno de los más elevados entre los países ricos, del 35%, una tasa que Obama prometió reducir.
Existen muchos otros beneficios tributarios en Estados Unidos. Los hogares pueden deducir de sus impuestos el interés que pagan por préstamos hipotecarios, una reducción que introdujo en Francia hace poco tiempo Nicolas Sarkozy (2007-2012) cuando era presidente.
Washington debe lograr un acuerdo antes de que finalice el año para evitar el escenario conocido como “precipicio fiscal”, que supone un aumento automático del 20% de los impuestos de todos los constribuyentes a partir de enero, según el Centro de Política Tributaria (Tax Policy Center), y una reducción en el orden del 10% del gasto público.
El objetivo de las medidas es reducir el déficit récord en Estados Unidos, pero los legisladores pueden decidir modificar la actual legislación, sin lo cual, muchos expertos temen una vuelta a la recesión en la primera potencia mundial.
Obama reclama una tasa de imposición más elevada para los ricos, pero el planteo es rechazado por los republicanos. Sin embargo, todos están de acuerdo en una cosa: mantener los impuestos en un nivel bajo para el resto de hogares del país.