Europa trataba el miércoles de vencer las reticencias de Irlanda a aceptar rápidamente un plan de ayuda internacional para evitar el colapso de su sistema bancario y mayores turbulencias en los países de la Eurozona, sólo seis meses después de rescatar a Grecia.

“La situación es apremiante y muy, muy seria. No tenemos tiempo que perder”, abogó el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, al referirse al programa de rescate que prepara la Unión Europea (UE) junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) para el sistema bancario irlandés.

Los europeos temen que la catastrófica situación de la banca irlandesa y la crisis presupuestaria que atraviesa el país arrastre a otros países socios de la Eurozona, como Portugal y España, cuya deuda pública se está encareciendo en los mercados, preocupados por la estabilidad financiera de la unión monetaria.

Pero para que una ayuda de la UE y el FMI sea activada, Dublín debe solicitarla y por ahora elude dar una respuesta.

Expertos de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI tienen previsto llegar a Dublín el jueves para intensificar las conversaciones con el gobierno.

La ayuda “está disponible” y “lista para ser utilizada”, declaró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.

Más explícita, la presidencia belga de la UE juzgó casi inevitable la ayuda financiera a los bancos irlandeses, muy expuestos al estallido de la burbuja inmobiliaria y faltos de capital pese a haber sido nacionalizados y haberse beneficiado de la inyección pública de miles de millones de euros.

“Creo que no saldremos de esta situación sin una ayuda europea”, declaró el ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, durante una reunión con sus colegas europeos en Bruselas.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, cuyo país asumirá en enero la presidencia semestral de la UE, “alentó” a Irlanda a pedir la ayuda.

El BCE y algunas capitales han lamentado que Dublín no solicitara el rescate durante una reunión el martes de los 16 países de la zona euro en Bruselas, pese a la mano tendida de sus socios, según fuentes diplomáticas. “Hubo mucha decepción”, indicaron.

“El gobierno se abstuvo de pedir formalmente (la ayuda), pero inició conversaciones para ver cuáles serían exactamente las opciones”, declaró el miércoles el ministro irlandés de Finanzas, Brian Lenihan.

Dublín teme que una intervención exterior venga acompañada de duras condiciones.

La UE ya advirtió que todo apoyo financiero se traducirá en una “restructuración” del sector bancario del país, mientras que algunos países como Austria empezaron a relanzar el sensible debate sobre las ventajas fiscales que Dublín aplica para atraer empresas extranjeras.

A la espera de que Dublín se exprese en los próximos días sobre si acepta una ayuda de la Eurozona y del FMI para su sistema bancario, Gran Bretaña, que no forma parte de la unión monetaria, dijo estar dispuesta a contribuir en ese esfuerzo.

Londres está estudiando “diferentes opciones para ayudar a Irlanda”, declaró el ministro de Finanzas, George Osborne, sin excluir la posibilidad de conceder préstamos bilaterales.

De concretarse el plan de la Eurozona y el FMI, éste sería el segundo rescate que se aprueba para un Estado de la unión monetaria, después de que Grecia se beneficiara el pasado mayo de la aprobación de un plan de 110.000 millones de euros para sanear sus finanzas públicas.