Las catástrofes naturales que se registran en todo el mundo -sequías prolongadas, inundaciones y canícula- parecen confirmar en estos días las sombrías perspectivas de los científicos sobre los efectos del cambio climático.

Sequía

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Moscú está asfixiado por la canícula y los incendios, que amenazan incluso con arrasar instalaciones nucleares en el país, mientras Pakistán cuenta 15 millones de damnificados por unas inundaciones sin precedentes y la India, China y Europa central luchan también contra los efectos de las lluvias torrenciales, que causaron cientos de víctimas mortales.

Los climatólogos consultados este lunes por la AFP se niegan a vincular directamente las catástrofes que golpean estos países, pero todos las consideran “coherentes” con los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) desde hace veinte años.

“Son acontecimientos llamados a repetirse e intensificarse en un clima perturbado por la contaminación de gases de efecto invernadero”, explica Jean-Pascal Van Ypersele, vicepresidente del IPCC. “No se puede jurar al 100% que nada de esto habría pasado hace 200 años, pero la sospecha está ahí”, añade.

“Los acontecimientos extremos son una de las maneras en que los cambios climáticos se hacen dramáticamente perceptibles”, destaca.

Según la Agencia estadounidense del Océano y la Atmósfera (NOAA), el planeta nunca fue tan caliente como en el primer semestre de 2010. Según el IPCC, en un clima cada vez más cálido, las sequías y las olas de calor como la observada en Rusia y en 18 de los estados de Estados Unidos serán más intensas y más largas.

“Ya se trate de frecuencia o intensidad, prácticamente cada año se baten niveles récord e incluso varias veces en una semana. En Rusia se batió a comienzos de agosto el récord absoluto (de temperatura) observado en Moscú desde el comienzo de los registros hace 130 años (38,2°C). En Pakistán, las inundaciones nunca conocieron tal amplitud geográfica”, destaca Omar Baddour, encargado del seguimiento del clima mundial en la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

“En ambos casos, nos encontramos con una situación sin precedentes”, constata. “La sucesión de extremos y la aceleración de los récord son conformes a las proyecciones del IPCC. Pero habrá que observar esos extremos a lo largo de varios años, para sacar conclusiones en cuanto al clima”, matiza.

Más aún cuando las inundaciones en Pakistán podrían atribuirse al fenómeno de La Niña, que al contrario que el Niño, se caracteriza por un enfriamiento de la temperatura en la superficie del océano Pacífico central. “En regla general, El Niño provoca una sequía en el subcontinente indio y en el Sahel. Con La Niña, es lo contrario”, destaca Omar Baddour.

Para el climatólogo inglés Andrew Watson, el calor de 2010 está ligado a El Niño del año pasado. “Sabemos que después de El Niño, sigue un año particularmente cálido, y desde luego es lo que ocurre este año”, observa.

Los sucesos observados este verano boreal son “totalmente coherentes con los informes del IPCC y con lo que el 99% de los científicos cree que ocurrirá”, resume el profesor Watson, investigador de la Royal Society y profesor en el departamento de Medioambiente de la Universidad de East Anglia, en Inglaterra.

El profesor Watson procura no obstante ser prudente: “estoy casi seguro de que el aumento en la frecuencia de este tipo de veranos desde hace 20 ó 30 años está ligado al cambio climático. Pero uno no se puede basar en un sólo acontecimiento o un sólo verano”, porque “el cambio climático se mide sobre la media de una década”.