La Comisión Ballenera Internacional (CBI) tratará de imponer normas generales a la caza de ballenas durante la reunión que se abre el lunes próximo en Agadir (Marruecos), aunque ello suponga debilitar la moratoria que los protege desde 1986.

Caza de ballenas | Prensa Animalista

Caza de ballenas | Prensa Animalista

La reunión en Agadir (21-25 de junio) examinará la propuesta efectuada por la presidencia de la CBI que, alegando “caza científica”, sugiere un compromiso por un periodo de diez años para limitar la caza a tres países: Noruega, Islandia y Japón.

Encargada desde 1946 de administrar la caza a los grandes cetáceos, la CBI se halla paralizada, dividida entre los países en favor de la caza y en contra.

Para intentar salir de ese punto muerto, la CBI propuso en abril pasado ofrecer a esos países, que practican actualmente la caza en base a cuotas autoatribuidas, otras que legalizarían su actividad, principalmente en el océano austral, erigido sin embargo en “santuario” desde 1994.

La propuesta, diseñada por encargo del presidente de la CBI, el chileno Cristián Marquieira, ya ha sido rechazada por el sector de los conservacionistas de la CBI, conformado por Australia, el grupo latinoamericano y otros países.

Incluso si el texto que será discutido a Agadir prevé cuotas en baja, “siguen siendo demasiado elevadas en el hemisferio norte e inaceptables en el océano austral”, estimó un representante europeo.

Marquieira ha señalado que la caza de ballenas nunca ha sido suspendida, pese a la moratoria vigente desde 1986, y aunque reconoce que la propuesta legitima “la cacería de la ballena”, estima que ésta permitirá reducir las cifras de capturas, que ahora rozan las 2.000, en unas 400 al año.

Según el responsable chileno, la propuesta permitiría salvar “entre 4.000 y 5.000 ballenas” en los próximos 10 años.

Más de 30.000 ballenas han sido cazadas desde que entró en vigor la moratoria, contra 70.000 por año en los años ’60.

“La moratoria es un éxito, se están recuperado varias especies, pero hay que mantener el esfuerzo”, subrayó Jean-Benoît Charrassin, delegado de la comisión científica de la CBI.

“Y ello, pese a que las ballenas hacen frente a otras amenazas, como el cambio climático, las contaminaciones y sobre todo las capturas accidentales”, jamás señaladas, declaró Charrassin.

En una reunión previa a la de Agadir, los países latinoamericanos de la CBI acordaron promover “la eliminación total de la caza científica” de cetáceos, en una declaración en la que afirman que el plan que la CBI presentó en abril, destinado a terminar con las disputas en ese foro entre los países cazadores y conservacionistas, tiene “desequilibrios importantes”.

“El documento (de la CBI) presenta desequilibrios importantes. El documento propone concesiones inmediatas por parte de los países que defienden una agenda conservacionista y pospone la discusión de elementos considerados fundamentales”, indica la declaración.

En los próximos 10 años “debe haber una reducción significativa y progresiva de las cuotas previstas (…), hasta la eliminación total de la caza científica” de ballenas, subraya el documento.

En vísperas de Agadir, la CBI, teatro de violentos enfrentamientos, no sólo se halla en la incapacidad de lograr un consenso – y mucho menos la mayoría de tres cuartos exigida por los estatutos-, sino que planean sobre sus trabajos sospechas de corrupción.

Según los reporteros del diario británico Sunday Times, representantes africanos y del Caribe admitieron haber votado en favor de la cacería, tras haber recibido promesas de ayudas de Japón, dinero, o prostitutas.

Pese a todo, las grandes organizaciones no gubernamentales como WWF y Greenpeace estiman que la reunión de Agadir podría concluir con un acuerdo. “O se logra un acuerdo, o sigue el statu quo, que no satisface a nadie”, advirtió Susan Liebermann, directora de políticas de la organización Pew.