La abogado peruana (de la sierra) radicada hace casi 20 años en Australia, experta en mediación, se siente orgullosa “de ser chola”, pero no acepta que se use su origen en forma despectiva.

Lagones, en un brevísimo paso por Chile, conversó en la Universidad Alberto Hurtado sobre conflictos, la construcción de confianzas y la necesidad de valorar a cada persona en su dignidad. También apuntó a la desigualdad, la represión, arrancar la identidad como algunas fuentes de violencia existentes en Latinoamérica.

Delcy Lagones de Anglim trabaja actualmente para una unidad independiente del Banco Mundial (Compliance Advisor Ombudsman) en un conflicto medio ambiental que afecta a doce comunidades indígenas en Camboya (siete grupos étnicos cada uno con su propia lengua).

En este conflicto ha debido visitar las comunidades, conversar con la empresa (que invirtió cerca de US $200 millones) y con el gobierno (que debiera intervenir en la implementación de los eventuales acuerdos) y con ONG´s. La empresa desforestó una gran área para plantar un monocultivo para extraer caucho, causando contaminación, en particular de las aguas.

“La desigualdad, la represión, la conquista de Latinoamérica por los españoles, arrancar la identidad y borrar la riqueza cultural nos ha quitado el sentido de lo que somos, el orgullo de lo que somos”, afirma Lagones como parte de la explicación de los altos niveles de violencia en Latinoamérica.

A lo anterior, Delcy Lagones de Anglim suma los problemas de educación y la frustración. Relata, para graficar, el reciente caso del asesinato en Lima de un joven de 16 años para robarle un celular. “¿Qué nos lleva al lugar donde podemos matar por un teléfono?”, se pregunta.

Lagones de Anglim señala, entre otros puntos, a una crisis de identidad.

“Hace 5 o 6 años, si eras “cholo” (como ella se autodefine) en Lima no te dejaban entrar a algunos restoranes exclusivos o a algunas discotecas de Miraflores”, relata, señalando que eso ha ido cambiando, pero refleja racismo, segregación, y genera violencia.

En su larga experiencia, Delcy Lagones de Anglim ha trabajado poniendo atención en el otro. En la versión de la otra parte, del más débil, pero también en la versión del más débil dentro del grupo o de la comunidad más débil.

Por ejemplo, en el conflicto en Camboya, se dio cuenta que cada comunidad tenía visiones e intereses distintos, y que dentro de ellas las miradas de las personas mayores (que son las más respetadas y escuchadas) pueden ser muy diferentes a las de los jóvenes (que, sin embargo, tienen mayor educación).

Esa complejidad, más que inhibir, es un incentivo para Lagones de Anglim a trabajar más, a escuchar más, a tratar a cada comunidad, a cada persona, con atención a partir de un paso primordial: generar confianza y darle espacio a cada una de ellas.

Sin enjuiciar, se hace preguntas, y con ellas indaga y se abre a nuevas realidades con un propósito: generar confianza, entablar diálogos y, con ellos, buscar y construir un mundo mejor, una sociedad más justa.