Hedy Lamarr debe ser uno de los personajes más llamativos de la historia del cine. Nacida en Viena en 1914 bajo el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler, no sólo sorprendió al mundo con su belleza sino que también hizo gala de una gran inteligencia, destacando como inventora e ingeniera en telecomunicaciones. De hecho, es a esta diva del cine de los 40′ a quien le debemos la invención del WiFi.

Atraída por el mundo artístico, Lamarr comenzó su carrera como actriz antes de cumplir los 20 años, siendo mundialmente famosa por protagonizar el primer desnudo en una cinta comercial llamada Éxtasis de 1933. En la misma película se mostraba directamente el rostro de Hedy Lamarr durante un orgasmo, algo que resultó escandaloso y provocador para la época.

Inmensamente obsesionado por su participación en la película dirigida por Gustav Machaty, un millonario alemán vendedor de armas llamado Friedrich ‘Fritz’ Mandl, consiguió arreglar un matrimonio -contra la voluntad de Hedy- y finalmente se casaron el mismo año del estreno de la película.

Luego del matrimonio, Mandl intentó destruir todas las cintas de Éxtasis, pero no lo logró. Sin embargo, la obligó a permanecer encerrada en la mansión que compartían, donde sólo podía salir para acompañar a su esposo a cenas y viajes de negocios.

Aquel periodo, que años más tarde Lamarr describió como de esclavitud, le permitió continuar sus estudios de ingeniería en telecomunicaciones, iniciados cuando tenía sólo 16 años.

Debido a que su esposo proveía de armas, municiones y aviones de combate a Hitler y Mussolini, sumado a su presencia en las cenas y reuniones que mantenía su marido con sus diferentes clientes, Lamarr obtuvo información privilegiada sobre la tecnología utilizada en armas en esa época y que años más tarde le fueron de gran ayuda.

Agobiada por mantenerse enclaustrada, Hedy Lamarr escapó por la ventana del baño de un restaurante parisino, con la ayuda de su asistente, con quien mantuvo una relación amorosa. De esta forma continuó su travesía hasta Londres, lugar en el que conoció a Louis B. Mayer, dueño de los estudios MGM, con quien inició un viaje a Estados Unidos donde se convertiría en una diva del cine, destacando en películas como Sansón y Dalila de 1949, entre muchas otras.

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Sin embargo la vida llena de luces y glamour aburrían a Lamarr, quien prefería quedarse en casa desarrollando sus inventos, tal como consigna el diario electrónico estadounidense Huffington Post.

A comienzos de la década de los 40 conoció al compositor George Antheil y juntos comenzaron a trabajar en un sistema de detección de los torpedos teledirigidos, todo ello basado en un principio musical el cual funcionaba con 88 frecuencias, las que correspondían a las teclas del piano, y tenían la capacidad de llevar las señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético.

Lo que representaba una forma de comunicación secreta por medio de la radio y además permitía compartir el número de canales de radio ocupados.

Con el invento una vez patentado como sistema de espectro expandido, comenzaron a realizar las gestiones para ofrecerlo al Ejército de los Estados Unidos de manera totalmente gratuita, pero el organismo lo desestimó por temor a ser detectados por el enemigo. Sin embargo, lo guardaron celosamente por años hasta que finalmente el invento de Lamarr y Antheil fue utilizado de forma inicial durante la crisis de Cuba.

Más tarde, esta creación sirvió como como base para desarrollar técnicas de defensa antimisiles. Fue en la década de los 80 cuando el llamado sistema de espectro expandido fue perfeccionado y proporcionó los primeros aportes en la ingeniería civil.

Con años de trabajo, el invento desarrollado por una diva del cine y un compositor se convirtió en la tecnología precursora de las comunicaciones inalámbricas que poseen sistemas de GPS, teléfonos móviles y WiFi.

A pesar de la gran contribución al mundo de las telecomunicaciones, recién el 1998 la Electronic Frontier Foundation otorgó un premio reconociendo el trabajo de Hedy Lamarr y George Antheil. Pero el compositor murió años antes de ver algún tipo de reconocimiento. Mientras que Hedy Lamarr, quien murió dos años después, se negó a asistir a la ceremonia para recoger el mencionado galardón.