Las reliquias de Juan Pablo II llegaron este jueves a México, en su primera salida fuera de El Vaticano tras la beatificación, para realizar un recorrido de cinco meses por 92 diócesis que la Iglesia anuncia como un paliativo a la violencia que vive el segundo país con más católicos del mundo.

Las reliquias del pontífice “llegaron exitosamente a nuestro país”, dijo en un breve mensaje a la prensa, Víctor René Rodríguez, secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Con más de una hora de retraso arribó al aeropuerto de la capital mexicana el avión que trasladó las reliquias, pero en esta ocasión solo fueron recibidas por un reducido grupo de jerarcas católicos y no acudieron a su recepción las multitudes que lo hicieron en las cinco visitas que Juan Pablo II realizó en vida al país Azteca.

La jerarquía católica reclamó una tregua durante el simbólico paso de las reliquias del Papa beatificado el 1 de mayo.
“No queremos una tregua temporal sino un camino a la reconciliación”, explicó a la prensa Rodríguez.

El prelado señaló que se trata de un llamado “directamente a las personas de la delincuencia organizada que reflexionen en su propia conciencia y visión de México y descubran el mal que le están haciendo a su país, a sus familias y a sí mismos, aprovechen este recorrido de gracia, se arrepientan y cambien”.

En 2002, al finalizar la última visita a México, Juan Pablo II se despidió con un sentido adiós: “Me voy, pero no me voy, porque me quedo en sus corazones”.

Esta vez sus reliquias harán un recorrido que pasa por algunos de los puntos más golpeados por la violencia del narcotráfico, a la que se atribuyen más de 41.000 muertos desde diciembre de 2006, cuando el gobierno ordenó el despliegue de 50.000 militares para perseguir a los cárteles.

“Ahora que sus restos, sus reliquias, nos visitan, nos sentimos nuevamente amados, queridos por Juan Pablo II, y protegidos desde el cielo”, señaló también a la prensa el arzobispo de Ciudad de México y cardenal primado Norberto Rivera.

“Creemos que las virtudes heroicas de Juan Pablo II en su momento son un estímulo”, añadió por su parte Rodríguez, recordando que la Conferencia Episcopal ha pedido que “toda la sociedad” mexicana “se involucre en la reconstrucción del tejido social”.

Tras la recepción en el aeropuerto internacional Benito Juárez la noche de este miércoles, las reliquias serán llevadas la próxima semana a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, uno de los tres santuarios católicos más visitados del mundo, y cuya reconstrucción fue financiada por El Vaticano durante el papado de Juan Pablo II.

Luego saldrán de la capital mexicana para recorrer las 92 diócesis. El 20 de septiembre llegarán a Veracruz, el puerto sobre el Golfo de México escenario este año del crimen de dos periodistas y numerosos enfrentamientos entre autoridades y pistoleros del grupo Los Zetas, desplazados hacia el sur por la acción militar en su feudo de Tamaulipas.

Uno de esos enfrentamientos, el último fin de semana frente al concurrido acuario local, afectó a un familia de turistas cuyo padre murió, mientras la madre y los dos hijos resultaron heridos de gravedad al estallar una granada.

El 15 de octubre serán llevadas a Acapulco, el balneario sobre el Oceáno Pacífico donde en la última semana las balaceras por disputas intestinas del cártel de los hermanos Beltrán Leyva dejaron decenas de muertos, incluyendo dos cadáveres lanzados el martes en una visitada playa.

El 20 de ese mes estarán en Morelia, capital de Michoacán, un estado donde el cartel de La Familia y sus sucesores Los Caballeros Templarios mantienen un drástico régimen de control en pueblos periféricos, que dispone -por ejemplo- el secuestro de todo extraño, como ocurrió a fines de julio con secuestros colectivos de encuestadores electorales y repartidores de guías telefónicas.

El 31 de octubre irán a Durango y Gómez Palacio, donde el año pasado se descubrió que autoridades carcelarias permitían salir a presos para ejecutar asesinatos por encargo.

En noviembre, el recorrido pasará por Culiacán, feudo de Joaquín “El Chapo” Guzmán -señalado como el más poderoso narcotraficante mexicano- y por Ciudad Juárez, la urbe más violenta del país, con 3.100 homicidios en 2010.

No se han dispuesto medidas de seguridad especiales para el recorrido. “Creemos que más que la prudencia y la experiencia de la policía, la misma gente las va a cuidar”, señaló Rodríguez.