El año pasado, el 8 de marzo, justo cuando se celebra el Día de la Mujer, la doctora en Derecho con una vasta trayectoria profesional, Elena del Pilar Ramallo, perdió la custodia de sus hijas en Galicia, España.

La mujer fue separada de sus hijas de 13 y 7 años luego de que un tribunal considerara que trabajaba demasiado tiempo fuera de casa, lo que implicaba viajes para participar en conferencias. Las únicas pruebas eran los testimonios de la abuela materna de las niñas y el del padre, lo que fue suficiente para la jueza que entregó el veredicto.

En la ocasión, la madre de Elena -con quien ha tenido desavenencias durante los últimos años- dijo que la mujer estaba “siempre nerviosa por dedicarse a su profesión en exceso” y que por lo mismo, a su parecer, no atendía lo suficiente a las niñas.

La abuela también opinó que su hija no debería trabajar fuera de casa porque el empleo del padre de las niñas era lo suficientemente rentable para mantenerlas a todas. Idea que, para Ramallo, va contra la realización personal y profesional de una mujer.

Aún así, la justicia le otorgó -en primera y segunda instancia- la custodia legal al padre de las menores, de quien la abogada se separó hace cuatro años.

Tal como rescata el diario español ABC, Ramallo tiene un gran currículum. Creó la primera Cátedra del Banco Santander de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de la Euroregión Galicia-Portugal; ha escrito siete libros, estuvo en la directiva de seis universidades, ha publicado numerosos artículos y liderado muchos proyectos. También trabajó en el Ministerio de Igualdad.

Aunque su calidad académica y profesional no está en duda, esta madre ha sido cuestionada por no dejar de lado su trabajo para dedicarse de lleno a sus hijos.

¿Pasaría lo mismo si fuese hombre?

La decisión judicial se tomó hace más de un año, pero la doctora en derecho sigue luchando para poder estar a sus hijas, quienes hoy viven con su padre y según acusa, no les permite verlas. Por lo mismo, junto a su abogada Ana Rego decidió demandar al Estado español acusando que este comete un “agravio comparativo a todas las mujeres porque en cuanto alcanzan cierto nivel, se las estigmatiza socialmente”.

La mujer explica que como madre, mujer y ciudadana, demanda que “nadie más en España, por el hecho de trabajar y amar su trabajo, pueda perder a sus hijos”.

“Nunca he marginado mi tarea como madre”, asegura. “He tenido que dedicar miles de horas a mi trabajo, robándoselas al sueño y con mucho esfuerzo”, afirma la profesional, asegurando que ha debido compatibilizar su empleo y la crianza de las niñas “como millones de mujeres»”.

“La juez fundamentó su decisión jurídica en la palabra de mi exmarido, sin otra prueba, ni médica ni de otro tipo, para dictaminar que no estoy capacitada para ser madre, y destrozó mi corazón y mi vida”, indicó Elena.

En la ocasión, el hombre dijo que ella no estaba bien psicológicamente, lo que su hija de 12 años habría respaldado con una escueta frase: “Mi madre no está bien, como dice mi padre”.

Dibujo que le regaló a Elena su hija menor
Dibujo que le regaló a Elena su hija menor

Durante el juicio, además el hombre intentó acusarla de maltrato a las niñas y también apuntó que la nueva pareja de Elena era un abusador, sin embargo, esas denuncias fueron desestimadas.

“En la España de 2019 tenemos que evitar que esto pase. Mi pecado fue el día que dejé de ser la mujer del ingeniero, la profesión de mi exmarido. Todavía hay un parte de esta sociedad que pide la igualdad, pero considera que la mujer tiene que criar a sus hijos todo el tiempo, si no, es una mala madre”, afirmó la mujer.

La abogada acusa que en pleno siglo XXI, se celebran los altos cargos en los hombres y se les anima a crecer en su trabajo, no así a las mujeres, especialmente a las madres, a quienes se les condena por hacer lo mismo.

“La sociedad machista pervive, considera que las mujeres que estudian, son independientes, desarrollan trabajos con viajes y responsabilidades profesionales destacadas, y que, además, se divorcian, somos malas madres. He sufrido comentarios como ‘¿qué habrá hecho para que le quiten a una madre a sus hijas?’. Es una perversión del sistema, se vulnera mi derecho al trabajo y me provoca un gran perjuicio profesional. Me han quitado a mis hijas por trabajar”, manifestó.

“Mi exmarido ha incumplido el régimen de visitas y la pérdida de contacto no ha tenido consecuencias judiciales, a pesar de mis reiteradas denuncias, lo que ha provocado, en una edad como la adolescencia, la ruptura total del vínculo materno-filial. Llevo año y medio sin verlas”, lamenta.