Científicos desarrollaron un nuevo implante cerebral que, según afirman, podría transformar la interacción “humano-computadora” y tratar diversas afecciones neurológicas.
Además, si bien se conecta directamente con el cerebro, lo que lo diferencia de otros chips cerebrales que ya se están probando, es que sería mínimamente invasivo.
“El potencial transformador de este nuevo sistema reside en su pequeño tamaño y su capacidad para transferir datos a alta velocidad”, dice un comunicado de la Universidad de Columbia.
Sus creadores creen que este nuevo avance ampliará las posibilidades de tratar enfermedades como la epilepsia, lesiones medulares, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), accidentes cerebrovasculares e incluso la ceguera.
Un nuevo implante cerebral de silicio
El nuevo chip fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Columbia, el Hospital Presbiteriano de Nueva York, la Universidad de Stanford y la Universidad de Pensilvania.
Se trata de una interfaz cerebro-computadora (BCI) compuesta por un único chip hecho de silicio (Si), un elemento químico metaloide que es el segundo más abundante en la corteza terrestre después del oxígeno.
En la ciencia, se le considera un “metaloide crucial”, ya que es vital en la biología, pero también para la tecnología, porque se utiliza en los semiconductores, que son los materiales con conductividad eléctrica intermedia que permiten a los dispositivos electrónicos procesar, almacenar y transmitir información.
Este nuevo implante cerebral de silicio, entonces, permite establecer una conexión inalámbrica de alto ancho de banda entre el cerebro y cualquier computadora externa.
La plataforma que crearon para utilizarlo se llama Sistema de Interfaz Biológica a Cortex (BISC). Ken Shepard, profesor de ingeniería biomédica en la Universidad de Columbia y autor principal del paper que presenta este sistema, explica cómo funciona.
“La mayoría de los sistemas implantables se construyen alrededor de un recipiente de electrónica que ocupa enormes volúmenes de espacio dentro del cuerpo. Nuestro implante es un solo chip de circuito integrado que es tan delgado que puede deslizarse en el espacio entre el cerebro y el cráneo, descansando sobre el cerebro como un trozo de papel de seda húmedo“, señala.
Andreas S. Tolias , profesor del Byers Eye Institute en la Universidad de Stanford y director cofundador del Proyecto Enigma, que también participó del desarrollo de BISC, dice que el sistema convierte a la corteza cerebral —la capa externa plegada de materia gris del cerebro— en un portal perfecto “proporcionando comunicación de lectura-escritura mínimamente invasiva de alto ancho de banda con IA y dispositivos externos”.
“Su escalabilidad de un solo chip allana el camino para neuroprótesis adaptativas e interfaces cerebro-IA para tratar muchos trastornos neuropsiquiátricos, como la epilepsia”, añade.
El chip ocupa menos de una milésima parte del tamaño de un dispositivo convencional, tiene aproximadamente el mismo grosor que un cabello humano y no requiere, por ejemplo, extirpar una parte del cráneo, como los otros implantes. Además, es flexible y se adapta a la superficie del cerebro.
Los científicos creen que podría llegar a fabricarse a gran escala. “Al integrar todo en una sola pieza de silicio, hemos demostrado cómo las interfaces cerebrales pueden volverse más pequeñas, más seguras y mucho más potentes”, complementa Shepard.
Referencia:
Jung, T., Zeng, N., Fabbri, J.D. y otros autores. A wireless subdural-contained brain–computer interface with 65,536 electrodes and 1,024 channels. Revista Nature Electronics, 2025.