La epidemióloga salvó a su esposo de una bacteria letal utilizando un virus y desde entonces viaja por el mundo contando su historia y predicando que "algunos virus pueden ser medicina".

En el Congreso Futuro 2024, que se llevó a cabo esta semana, se presentó Steffanie Strathdee, una epidemióloga canadiense que contó la increíble historia de cómo salvó a su esposo de una bacteria letal con un virus. Mientras él estaba en coma y con un desolador diagnóstico médico, ella acudió al laboratorio y encontró una cura.

Pero Strathdee no usó cualquier virus, sino que uno que ataca a bacterias, de los diversos que hay que y cumplen esta función: los bacteriófagos. De hecho, los expertos auguran buenas aplicaciones para estos virus, en 2023, por ejemplo, el Foro Económico Global, dijo que este tipo de terapias era una de las que más prometía para el futuro.

“No comencé siendo una experta en esta terapia, sino que lo tuve que aprender a la mala. Mi esposo y yo estábamos de vacaciones el año 2015 en Egipto, él siempre había querido visitar el Valle de los Reyes. Entonces, teníamos esta hermosa comida sobre un crucero y se enfermó terriblemente”, contó en su charla.

Una bacteria letal

La epidemióloga, que incluso fue nombrada como una de las 50 personas más influyentes de la medicina en 2018 por la revista Time, detalló que tras llevar a su esposo, Tom Patterson, a una clínica, recibió un diagnóstico preocupante.

“Lo diagnosticaron con una piedra intestinal que tenía, del tamaño de una pelota. Dentro de ese absceso le encontraron una ‘superbacteria’ y ese es el término que utilizan para referirse a una bacteria que es resistente a muchos antibióticos“, explicó.

Strathdee comentó que se trataba de una de las peores bacterias de todo el planeta. “Cuando descubrí esto estaba muy asustada, igual que los doctores”, comentó. Asimismo, mencionó que todo esto ocurrió en una época ‘post antibióticos’.

Recordemos que actualmente los antibióticos —que son cruciales para tratar infecciones— en el mundo están sufriendo una crisis a raíz del mal uso que se les da, razón por la que muchas personas han desarrollado resistencia a estos medicamentos y así dejan de ser útiles.

“Empecé a investigar y me di cuenta de que mi esposo estaba mucho más enfermo de lo que yo pensaba”, continuó la experta en virus. Su pareja pasó meses hospitalizado y sus amigos lo cuidaban mientras ella buscaba una solución.

A la par, recibió un diagnóstico desolador: “Me dijeron ‘no lo va a lograr, la bacteria es resistente a todos los antibióticos’. Así que no podían operarlo para sacar el absceso”, contó.

En cambio, tuvieron que utilizar un catéter para drenar su abdomen, “y después de eso me dijeron que no iba a sobrevivir“, reveló.

Steffanie Strathdee y los bacteriófagos

Mientras Tom estaba en coma, Steffanie intentó tener una conversación con él. “Le dije ‘querido, sé que estás en coma y no sé si me puedes escuchar, pero yo necesito saber si quieres vivir, y si quieres vivir tienes que luchar como nunca has luchado antes y yo te voy a ayudar si es que puedo"”, relató.

“Esperé y le dije ‘sujétame la mano si quieres vivir’, y me apretó la mano muy fuerte y me emocioné mucho. Después pensé ¿qué voy a hacer entonces? Soy una epidemióloga, pero no soy una doctora”, agregó.

En ese momento, Strathdee fue a su casa y comenzó a investigar, allí encontró algunos estudios sobre terapia con bacteriófagos. “Ahí dije ‘eureka’, esto es lo que yo buscaba porque yo tenía un título sobre bacteriología”, explicó.

Si bien, no estaba muy familiarizada con estos virus, eran una opción que se había descubierto hace mucho, cuando los científicos comenzaron a notar que algunos virus evolucionaban para comerse a las bacterias. De hecho, esto fue descubierto antes de la penicilina, que es el primer antibiótico conocido.

Pero ¿por qué los médicos no lo pensaron antes? Resulta que cuando los expertos en el pasado descubrieron los bacteriófagos, poco antes de la segunda guerra mundial se intentó crear un centro de terapia con ellos en Europa, “pero a través de la propaganda antisoviética se le culpó a esta terapia de ser propaganda soviética, entonces en esta parte del mundo nos olvidamos de ella“, apuntó Steffanie.

Además, por esa época ocurrió el boom de la penicilina, “entonces los bacteriófagos quedaron al margen”, completó.

Los virus de este tipo, explica la experta, se pegan a la pared celular de las bacterias y las destruyen. Los bacteriófagos de hecho rompen la bacteria y la atacan a ella únicamente. “Son una medicina precisa que solamente atacan donde tienen que atacar”, concluyó Strathdee.

“Hablé con mis colegas de la Universidad de San Diego, en California, y me dijeron que eso lo estaban presentando allá. Entonces les dije que podíamos intentarlo, si no funcionaba, mi esposo se iba a morir de todas formas“, puntualizó.

Así, con un equipo científico ya familiarizado con el tema, Steffanie se dedicó a buscar los virus que podían calzar con la bacteria que estaba atacando a su esposo, pero se dio cuenta de que era “más difícil que buscar una aguja en un pajar”.

Un trabajo colectivo

La epidemióloga comenzó a buscar ayuda, hasta que dio con el Dr. Ry Young, especialista en bacteriófagos, quien entusiasmado por ayudar, prestó su laboratorio y su equipo como centro de búsqueda para encontrar a los bacteriófagos adecuados.

“Buscó con su equipo, ellos dejaron todos sus experimentos de lado y comenzaron a trabajar con nosotros, dormían en el laboratorio, investigaron muestras de humedales, pantanos y animales, donde hay diferentes bacterias. Porque donde hay bacterias está su depredador, el bacteriófago”, señaló.

Después, se unió otro grupo a la causa, la Unión Naval de Estados Unidos, quienes habían escuchado sobre la búsqueda de Strathdee y le comentaron que uno de los equipos científicos en Texas había encontrado bacteriófagos que podrían ser compatibles con la bacteria de Tom Patterson.

Después de 3 semanas poniendo a prueba a estos bacteriófagos en laboratorio, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó el tratamiento para un paciente moribundo, el esposo de Steffanie Strathdee.

“El día que comenzó la terapia a penas podía moverse, estaba a punto de morir, a horas. Fue el momento más aterrador de mi vida“, aseguró. Pero 3 días después, Tom se despertó, “levantó la cabeza y le besó la frente a su hija, fue una experiencia increíble”.

Steffanie Strathdee salvó más vidas

Después de los exitosos resultados, el Dr. Young presentó su investigación a la comunidad científica y la historia se volvió viral. De hecho, pacientes de todo el mundo que necesitaban el tratamiento contactaron a Strathdee y sus colegas para pedir ayuda.

“Ayudamos a muchos de ellos. En San Diego nos dieron financiamiento y nos convertimos en el primer centro dedicado a la terapia con bacteriófagos en Norteamérica. Es una locura para mí”, comentó.

Actualmente, lo que hacen los expertos en este centro de investigación es crear una biblioteca de bacteriófagos “para que no tengamos que volver a revisar agua de pantano para poder encontrarlos”, bromeó.

Además, científicos en Brasil también están investigando el tema, puesto que en el país abrirán el primer centro para estudiar bacteriófagos de Sudamérica. Strathdee dice que hay muchas aplicaciones para estos virus que aún no se han explorado.

“En la medicina veterinaria, para desinfectar agua de desagüe, para contestar a distintos brotes de enfermedades, trabajar con antibióticos en conjunto y reemplazarlos en la agricultura y crianza de los animales”, planteó.

Finalmente, concluyó que si bien lo que le ocurrió a su esposo fue algo horrible, se siente “bendecida”, porque “sabemos que ha salvado a muchísimas personas“.