Durante la crisis del Covid, con el alto flujo de pacientes con infecciones respiratorias en los centros de salud, los expertos comenzaron a notar una evidente alza en la resistencia a los antibióticos en Chile. La OMS califica esta problemática como una emergencia sanitaria mundial, a la que también apodan "la nueva pandemia".

La resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y es que el mal uso de estos es un problema global, y Chile, no se ha quedado fuera.

Los expertos advierten que esta problemática está en crecimiento y hacen llamados a tomar medidas de prevención. Le apodan “la nueva pandemia” y se estima que, de no haber un control, de aquí a 20 años podríamos tener más muertos por infecciones que la cantidad de muertos por cáncer y diabetes juntos.

Así lo explicó a BiobioChile, Luis Bavestrello, médico infectólogo, precursor del Programa de Optimización de Resistencia Antimicrobiana (PROA) en Chile, Asesor de la Organización Panamericana de Salud (OPS) y expresidente de la Sociedad Chilena de Infectología y Panamericana de Infectología (API).

“Vamos a tener más muertos por infecciones asociadas a bacterias multiresistentes o microorganismos multiresistentes, de aquí a 20 ó 25 años, que más muertos por cáncer y diabetes juntos, por eso que esta es una alarma mundial“, advirtió.

¿Qué es la resistencia a los antibióticos?

De acuerdo con los datos sondeados por la OMS en los últimos años, la resistencia a los antibióticos puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad o el país del que venga. Aclaran que es un fenómeno natural, pero que el mal uso de estos fármacos acelera considerablemente el proceso.

Según explica Luis Bavestrello, la resistencia es inherente al uso de antibióticos, pero ha sido progresiva. Por esta razón la que la mayoría se administran con receta y bajo condiciones muy específicas que los médicos deben previamente evaluar.

“El problema es que ha sido tal el aumento del consumo de antibióticos en el mundo, como sistema ecológico, que la resistencia que los microorganismos generan por el hecho de que nosotros los usamos, va superando la velocidad que tenemos como seres humanos de fabricar, de producir, de generar nuevos antibióticos que puedan saltar esa barrera”, señala.

Recordemos que, los antibióticos son primordiales para combatir infecciones, desde el desarrollo de la penicilina en los años 20’s. Pero su mal uso ha implicado que, en la actualidad, las infecciones tengan una taza de mortalidad alarmante.

“Se está convirtiendo en una pandemia justamente la aparición de resistencia a estos antibióticos. La OMS partió en 2001 diciendo que esta era una emergencia sanitaria, que era una de las grandes amenazas de la salud del mundo y estamos en el año 2023 (…) y siguen diciendo que esto aumenta en forma progresiva. Se convirtió en un tsunami, porque viene, viene y viene”, explica el infectólogo.

“Se llama también la pandemia silente, la segunda pandemia a propósito de la que tuvimos con el virus Covid, porque en realidad la mortalidad que causa va siendo muy similar a la que hemos tenido con el Covid“, agrega.

Controlar el mal uso de antibióticos

El experto plantea que la falta de educación en cuanto a los fármacos que consume el ser humano estaría impulsando esta problemática.

“Ese es un trabajo que tienen que hacer los gobiernos con regulaciones. Lo que tenemos que hacer nosotros es bajar el consumo propio de antibióticos que no están indicados o se nos ocurre que nos pueden servir. Entonces tenemos que combatir la automedicación”, asegura.

Bavestrello apunta a malas costumbres que son típicas en Chile respecto a la automedicación, como tomar antibióticos sin recomendación médica, guardar antibióticos que fueron recetados para utilizarlos en otros momentos, comprarlos en la feria, compartirlos con otras personas, administrar antibióticos a niños, o incluso en la comunidad médica, recetarlos innecesariamente.

“Esas cosas son actitudes que tenemos que combatir. (…)Y por último educar a la comunidad en general, desde los niños en adelante a que los antibióticos son un bien ecológico que es no renovable y lo tenemos que cuidar. No debemos usarlo cuando no está indicado y no debemos presionar al médico para que los indique, porque justamente esta idea de que sirven para todo y que si no tomo antibióticos no me voy a mejorar es un error”, puntualiza.

De hecho, el infectólogo explica que Chile, respecto a otros países, tiene una brecha importante en lo que respecta a educación y conciencia sobre estos fármacos.

“En los países más desarrollados, cuando los pacientes van a consultas y el doctor les indica antibióticos, le dicen ‘doctor y por qué me indica antibiótico’, el doctor se lo explica. Aquí es todo al revés, ‘doctor por qué no me va a indicar antibióticos’ y tiene que el doctor explicarle por qué no se lo va a indicar y a veces no lo entienden”, dice Luis.

Si bien Chile fue pionero en Latinoamérica con la primera iniciativa para controlar el uso de antibióticos en 1999, con un modelo que obliga a las farmacias a vender antibióticos únicamente con receta y que fue replicado en muchos países, el problema sigue vigente.

Bavestrello explica esta medida disminuyó por unos años aumentando el consumo responsable y que recién en 2023 estamos alcanzando un nivel de consumo similar a los años previos a 1999 cuando todavía no se tomaban medidas.

“Todos estos años había un consumo disminuido en relación a lo que teníamos antes”, aclara. Pero tras la pandemia, el alza se hizo notoria con las infecciones intrahospitalarias.

“Tuvimos muchos pacientes en unidades de cuidados intensivos, muchos de esos la mayoría estaban en ventilación mecánica y eso hace riesgo de neumonías asociadas al uso del ventilador. Entonces empezamos a encontrar bacterias cada vez más resistentes, muchas de ellas no tenemos con qué antibióticos tratarlas. A ese nivel hemos llegado“, concluye.