¿Puedes estar feliz todo el tiempo? Eventualmente se podría, si tuvieses la fortuna de tener una vida sin ningún sobresalto y una estabilidad emocional impecable, pero en la realidad esto es muy poco probable. De hecho, si hacemos la pregunta a quienes leen este artículo, puede que la mayoría conteste que no.

Sin embargo, existe una cultura que fuerza esa sensación de felicidad a través de una positividad que termina siendo un costo, no sólo para la mente, sino que también para el cuerpo.

Enfocarse en ver el lado optimista de las cosas, sin permitir que los momentos o situaciones incómodas sean parte de la vida son parte de vivir la tendencia del “Good vibes only”(sólo buenas vibras) que cuando es demasiada, puede llegar a transformarse en algo conocido como “positividad tóxica”.

De esta forma se ha nombrado a este afán de querer vivir en una felicidad continua, esa que expertos siguen afirmando que no existe, sin embargo algunos son obstinados, bloquean esas emociones “negativas”, lo que desafortunadamente, no implica que desaparezcan.

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¡Actitud positiva! Todo terminará bien…. ¿cierto?

“Podría ser peor”, “esto pasará pronto”, “Calma, ya vienen cosas buenas” y miles de ánimos positivos son los que algunas personas pueden vivir en situaciones complicadas como un despido, una enfermedad o incluso, una ruptura amorosa.

Son frases que, generalmente, se emiten a propósito de situaciones complejas. Quienes las pronuncian lo hacen con las mejores intenciones, sin embargo, ¿qué ocurre cuando en tu afán de ser siempre feliz ignoras tus emociones negativas?

En este punto es cuando aparece la “Positividad Tóxica”, un término que estaría fundamentado en la cultura estadounidense que valora la positividad y que se reconoce como la exageración de la idea del “todo va a estar bien” porque si lo deseas y te enfocas en ello, lo lograrás.

Heather Monroe, trabajadora social y directora de programas de desarrollo en el Newport Institute, afirmó Hufftington Post que “la positividad tóxica es la idea de que sólo hay que centrarse en las emociones positivas de la vida”, añadiendo que “es esa creencia de que si ignoramos las emociones difíciles y las partes de nuestra vida que no van bien seremos mucho más felices”.

De esta forma, viendo sobrevalorado el “lado optimista” de las cosas, comenzamos a simplificar la vida, ignorando, bloqueando o menospreciando esas sensaciones negativas que continúan manteniéndose ahí, invisibles, pero presentes ya que son parte de las reacciones que se desarrollan a lo largo de la vida y es imposible evitarlas.

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“Si bien cultivar una mentalidad positiva es un poderoso mecanismo de defensa, la positividad tóxica surge de la idea de que la mejor o única manera de lidiar con una mala situación es darle un giro positivo y no detenerse en lo negativo” indicó a Washington Post, Natallie Dattillo, psicóloga clínica de salud del Brigham and Women’s Hospital en Boston.

En ese sentido, la profesora de psicología de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, Stephanie Preston, destaca que “con eso estás afirmando que en realidad no hay ningún problema que necesite ser atendido, punto. Estás más o menos cerrando la posibilidad de una mayor reflexión”.

Interiorizar este tipo de mensajes termina siendo dañino para el cuerpo y la mente, puesto que nos terminamos aislando en un mundo donde se juzga por sentir dolor, pena, miedo o vergüenza, generando frustración por sólo atreverse a sentirse mal.

Consecuencias del exceso de positividad

En la dictadura del “sí se puede” los caminos son todos parejos y jamás te caes, sin embargo, en la vida, muchas veces es necesario caernos, mirar el paisaje, ver que está pasando y levantarnos para continuar.

Pero con la Positividad Tóxica evitamos tener estas caídas, porque sólo vemos que los caminos están libres para poder avanzar y nos aferramos profundamente a esa idea, considerando que la presión social no permite fracasar o caer, incluso cuando la realidad implica que cada vez que das un paso te vas debilitando, física y psicológicamente.

De acuerdo al estudio de los psicólogos Gregory E Miller y Carsten Wrosch, de las universidades canadienses British Columbia y Concordia University, el obstinamiento con ser siempre optimista puede tener graves consecuencias en quienes perpetúan este modelo de vida.

Según destacó Yahoo! los investigadores analizaron las consecuencias del mensaje “no te rindas” en 90 adolescentes que lidiaron con objetivos inalcanzables durante un año, descubriendo que quienes mostraban mayor dificultad para renunciar a estos, poseían mayores concentraciones crecientes de proteína C reactiva, una molécula inflamatoria que se encuentra en la base de múltiples enfermedades.

De acuerdo a los canadienses “cuando las personas se enfrentan a situaciones en las que no pueden alcanzar un objetivo clave en la vida, la respuesta más adaptativa para la salud física y mental puede ser desvincularse de ese objetivo”, esto genera menos estrés en las personas, menos pensamientos en los problemas de la vida diaria y poder mantener un control sobre la vida.

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Ahora, cuando las personas no se desligan de esas metas y se mantienen perseverantemente en busca de ese objetivo, los resultados son más pensamientos negativos indeseados y una menor sensación de control, lo que finalmente se traduce en estrés en las personas que tienen esta forma de afrontar los inconvenientes.

Chile Psicólogos es claro en afirmar que los peligros de la positividad tóxica también implican que las personas conviertan lo que les sucede en una verdadera bomba de tiempo, porque en cualquier momento todas esas sensaciones escondidas bajo una “situación de bienestar” salen a la superficie y con efectos multiplicados.

Además, señala que “nos evita el verdadero desarrollo personal porque nos disfraza las situaciones dolorosas de las cuales podemos ver aprendizajes en su debido momento, cuando el pico de la tristeza y la rabia ya hayan disminuido”.

De esta forma se desvirtualiza el mundo emocional, que puede llevar a que las personas vivan en una realidad que no es tal y de esa forma dañen su salud mental con consecuencias que pueden ser mucho más graves que una depresión.

Además, estudios confirman que aceptar las emociones negativas pueden ser mucho más beneficiosos para la salud mental de una persona a largo plazo.

Brett Ford, profesora adjunta de psicología de la Universidad de Toronto, realizó un estudio denominado “Los beneficios para la salud psicológica de aceptar emociones y pensamientos negativos” en el que analizó el vínculo emocional y la salud psicológica de más de 1.3000 adultos.

La investigación, publicada en 2018, concluyó que quienes habitualmente no reconocen sus emociones desafiantes o lo evitan, pueden terminar sintiéndose aún peor que si lo aceptaran realmente.

Ford afirma “Las personas que tienden a no juzgar sus sentimientos, a no pensar en sus emociones como buenas o malas, a no intentar evitar o distanciarse entre ellas y sus emociones, tienden a tener una mejor salud mental en general”.

¿Positivos en pandemia?

Cuando comenzó la pandemia del Covid-19 las redes sociales se llenaron de frases positivas en torno a la grave situación sanitaria que estaba viviendo el mundo.

En medio de todo este mar de frases positivas, aparecieron los mensajes que de una forma “optimista” presionaban a que durante el proceso de cuarentena que implicaba el confinamiento en casas, la gente realizara proyectos que se podrían realizar cuando alguien está de vacaciones.

Positividad Tóxica | Redes Sociales

Ejemplos hay muchos, pero los más comunes aludían a leer un libro o adquirir una nueva habilidad que las personas siempre quisieron, señalando que si no lo hiciste era más bien por falta de disciplina y no de tiempo, que sería una excusa “normal” cuando se está trabajando presencialmente. Básicamente sugieren que si no eres productivo durante la pandemia, lo estás haciendo mal.

Y claro, siempre puede ser bueno tener metas y ser positivos ante una situación como la pandemia, pero es importante identificar cuáles son las prioridades y evitar la presión a través de frases como “no es falta de tiempo, es falta de disciplina”.
Por ejemplo, para alguien que nunca estuvo en casa, puede ser importante sólo disfrutar una taza de café en su tazón favorito. Otra persona podría perfectamente tener como meta terminar la pandemia sin asistir a un funeral por Zoom, lo que es mucho más relevante que realizar algún proyecto.

En este sentido, Stephanie Preston destaca que las personas genuinamente optimistas no son el problema, sino que “el problema es cuando las personas son obligadas a parecer o ser positivas en situaciones donde no es natural; o cuando existe un problema que legítimamente necesita ser atendido y que no puede serlo si no se lidia con el hecho de que hay una angustia o necesidad”.

Estamos viviendo una situación compleja, en la que muchas personas están perdiendo a sus cercanos a causa de la enfermedad, pero también trabajos, cercanía con los suyos, amistades, hobbies, etc, por lo que es importante entender que la pérdida es algo complejo con lo que se debe lidiar, aún más cuando se trata de un trauma colectivo en la sociedad.

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El psicoterapeuta Noel McDermott consigna en Huffington Post que “Todas esas publicaciones de Instagram que te animan a aprovechar la experiencia, pasar más tiempo con la familia, ponerte en forma, descubrir una nueva afición, aprender un nuevo idioma y escribir esa novela que tienes en mente desde hace tiempo, es positividad tóxica”.

El experto añade “Uno de los mayores ejemplos de positividad tóxica es negar la naturaleza traumática de la pandemia” destacando que “eso es complicado de conseguir incluso en tiempos normales, ya que todo el mundo tiene sus demonios internos”.

Es por eso que ante todas estas situaciones es importante comenzar a validar nuestras emociones, sean estas positivas o negativas, ya que todas son auténticas.

Siempre reconociendo que está bien no estar bien, aunque sea una frase que puede sonar cliché, es mucho más sana para tu mente que convencerse de que todo siempre estará bien.