Emprender una consultora, hace unos 20 años, significaba para un recién egresado de la universidad una importante inversión: arriendo de oficina, teléfono fijo, internet, celular, secretaria, escritorio y auto. Esto, sumado al costo de oportunidad de esperar, a lo menos, seis meses en la formalización: constitución de la empresa, impresión de boletas y facturas, inicio de actividades en el Servicio de Impuestos Internos, obtener la patente municipal, inspecciones, etc.

¿Cuánto se ha evolucionado en emprender en estas últimas dos décadas? El concepto naturalmente no es nuevo, pero en el último tiempo ha tenido un gran potencial de forma transversal. Emprender no es solo comenzar un nuevo negocio, sino que rehacer, innovar, mejorar, sociabilizar y gestionar, entre otras áreas de desarrollo.

Ya no es crear una nueva empresa privada, también han nacido numerosas organizaciones de la sociedad civil e instituciones públicas, como el Laboratorio de Gobierno. A esto se agregan medidas como modificaciones a las políticas de subsidios, considerando los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y, cada año, los recursos de Sercotec y Corfo están apuntando a regiones.

Ahora queda la duda si el desafío de emprender tendrá la misma flexibilidad en Ollagüe que en Antofagasta; en Lago Verde y en Punta Arenas; o en cualquier comuna versus su capital regional.

Emilio Becker Orellana, académico de Vinculación con el Medio de la Facultad de Economía y Negocios, Universidad San Sebastián.

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