Robert Denoël no tiene miramientos para publicar a izquierda y derecha o desde cualquier punto en el espacio. Encantado le habría publicado un libro a Caín y otro a Abel, la Biblia y el desacato de El origen de las especies, o editado la polémica historiográfica entre Jacinto Chacón y Andrés Bello en Chile.
El editor belga arraigado en París tuvo en sus manos libros importantes no solo para la cultura francófona, sino obras legendarias que inscribió en la cultura y literatura universal. Editó a Raymond Queneau, Antonin Artaud, Elsa Triolet, Joë Bousquet, Angiolo Silvio Novaro, Nathalie Sarraute (nada menos que Tropismos), Tristan Tzara, Blaise Cendrars, Henry Miller, etc.
Con el socio Bernard Steele –y luego solo–, Robert Denoël no tiene miramientos para publicar a izquierda y derecha o desde cualquier punto en el espacio. Encantado le habría publicado un libro a Caín y otro a Abel, la Biblia y el desacato de El origen de las especies, o editado la polémica historiográfica entre Jacinto Chacón y Andrés Bello en Chile.
Y lo hace sin ningún cinismo, es el espíritu de su política editorial que anima un catálogo cada vez más robusto y prestigioso, aunque no persuada a todos y en algunos agite hasta una polémica purista por falta de ética; atribución excesiva pero que tiene su fanaticada en determinados contextos histórico-políticos.
Denoël se atreve a compartir escaparate con Los bellos barrios de Louis Aragon (comunista, surrealista) y El peligro judío de Fernand Sorlot, escritor y editor que publicó la traducción al francés del Mein Kampf; entre Mirando hacia adelante de Roosevelt y Fascismo de Mussolini; y como si de pronto todo lo quisiera aligerar Santa Teresa y la vida mística, de Juan Domínguez y Jacques Chevalier. También, dada la emergencia de la Guerra Civil Española, osa imprimir una traducción de Louis Parrot del bronco poema España en el corazón: himno a las glorias del pueblo en la guerra, de Pablo Neruda, con publicidad en Ce Soir.
Y en el repunte del libro que anima, a todos en París los tiene con un libro en la mano o en plan de comprarlos o armar sus bibliotecas. Requisitos: interesante, novedoso, rentabilidad comercial que permita subsidiar los poemas de Mélot Du Dy, la gestión editorial en la calle Amélie nº 19 y la surtida librería Trois Magots, en el nº 60 de la avenida La Bourdonnais (también aquí se practica el préstamo), en cuyas vitrinas relucientes los libros deben avivar el espectáculo de la imaginación y el pensamiento impreso.
Como editor es conocido por ciertas impertinencias: puede borrar líneas, corregir, añadir, pelearse por un título hasta dar con uno mejor. Conversa con ciertos jurados en vistas a un premio de por medio, trata de que el cineasta Abel Gance le filme sus libros, o insiste con Marcel Carné que sí rueda Hôtel du nord, novela de Eugène Dabit.
Denoël está muy atento a nombres consagrados, a los amigos, a ciertas recomendaciones que no pueden fallar, a reediciones de novelas que logra ofertar cada mes a 1 fr. 50 para la “clase obrera”; pero también atento a escrituras periféricas, de cierto riesgo, de reciente o ninguna aparición que pueden valer la pena. Por lo mismo, de un modo u otro, se encontró con manuscritos y originales que marcarían época.
Entre Bernard Grasset y Gastón Gallimard –cada uno con su Proust–, Denoël se hace un lugar al encontrar su antiProust: Céline y el afamadísimo Viaje al fin de la noche.
Al lenguaje elegante y de cierta fioritura, de formas lentas y períodos largos que no dejan de expandirse por el predicado de Proust, Céline opone el argot callejero, la frase rápida, fulminante, la lengua como ataque / defensa; a escenarios de mantel blanco y platos de ribetes dorados con música de violines –de Marcel–, Céline opone la vida insalubre, urgente, la trinchera diaria, el hambre, el chasquido de las balas en el recuerdo, las vidas aniquiladas en el engranaje político-industrial-financiero.
A un acomodo con las formas sociales imperantes del escritor asmático y enfundado en corcho para no oír sino la melodía de su libro en curso, el doctor Destouches opone el desprecio por el andamiaje social reinante que ahoga al pueblo francés en una retórica patriótica vacía y luego lo asesina en las guerras a disposición, o emplea en las colonias en el papel de fusta para exigir el tributo. Si Proust busca que sus palabras sean idénticas a las delicadísimas tonalidades de Vermeer, las palabras de Céline están pasadas a orina, a cotona de fábrica, a callamperío y cartón.
Uno judío y el otro rabiosamente antijudío; uno de etiqueta para ir al Ritz y el otro vestido como simple peatón de París. Proust con todo el tiempo para leer Las mañanas en Florencia y tiempo para abismarse en la capilla del Giotto, en la tumba de Marsuppini, en Santa Croce. Céline con tiempo apenas para leer “Empleos Buscan” en el diario de la mañana. Céline, el de las frases de filo, con esa capacidad pasmosa para ver lo ruin, lo agazapado de cualquiera para hacer el mal, un mal congénito, hasta biológico, para el que no hay remedio. Su resentimiento no le permitía el lujo de albergar intenciones idealistas, ni culturales ni reformistas; simplemente se había puesto a escribir para ganar dinero, para comprarse un departamento en alguna zona amable de Paris.
La vida, que no lo movía a engaño, la podía resistir con buenos depósitos bancarios, gatos y perros y un par de piernas de alguna bailarina que lo hacía babear. Ese año treintaidós –el año del Viaje– sería el campanazo del editor Denoël, y de Céline premiado con el importante Teofrasto Renaudot. Votación: el Viaje: seis votos; Pauline Grospain (NRF, editor) de Léopold Chauveau, dos votos; y Le sac d’or (Albin Michel, editor) de Pierre René Wolf, un voto.
A Denoël se le acusó de recibir dineros alemanes bajo la Ocupación (primero trató con fondos franceses que le fueron negados), de publicar los bellacos manifiestos antijudíos de Céline, y otras cosas más no del todo explicitadas. En el contexto del ajuste de cuentas no pocas veces excesivo de la Liberación, Robert Denoël es asesinado de un tiro por la espalda el 2 de diciembre de 1945, en la calle Grenelle con Los Inválidos. Hasta la publicación de este artículo se desconocen los motivos ciertos y al autor del crimen.
Enviando corrección, espere un momento...
