Entramos en el año 106 de nuestra vida institucional, y la Universidad de Concepción, como siempre, se enfrenta a desafíos que pondrán a prueba su sello, su espíritu y su misión de ser una “idea que es antorcha que enciende las almas”.

Por Dr. Jorge Fuentealba
Decano Facultad de Ciencias Biológicas
Universidad de Concepción

Sin duda que los desafíos sociales, económicos y políticos, nos confrontan a la labor de contribuir a nuestra sociedad con la visión de quienes cultivan en la academia, el conocimiento, el pensamiento crítico en aras del bienestar de nuestra ciudadanía y nuestro país.

Cambio demográfico y la inteligencia artificial

Los recientes resultados del censo 2024, ponen una voz de alerta sobre la inversión de la pirámide poblacional, la reducción de los escalafones juveniles (menos de 15 años) y de la fuerza de trabajo, y el eventual debilitamiento del grupo encargado de movilizar las actividades económicas del país; pero también surge de ello la legítima pregunta de ¿será la actual oferta educacional necesaria, tal cual hoy día está dimensionada? ¿Será necesaria una expansión adicional de las capacidades ya instaladas?

Una disminución de la demanda será una consecuencia lógica de nuevas generaciones con un menor número de integrantes. Al mismo tiempo, la revolución de los sistemas llamados inteligencias artificiales -probablemente la mayor revolución del siglo 21- redefinirán los procesos del ámbito laboral y su automatización. Lo anterior, nos obligará a cambiar nuestra clásica conceptualización de la actual oferta formativa que entregamos las instituciones de educación superior.

Entonces, cabe preguntarse… ¿Estamos teniendo la sensibilidad de formar profesionales para los desafíos del desarrollo que lleva futuro inmediato? ¿Son realmente necesarias, aún, carreras profesionales de 5 o 7 años?, ¿redefinirá esta era digital la demanda profesional en determinados ámbitos de desempeño?

Derivado de esos datos del censo, es claro que el envejecimiento de nuestra población nos propone un desafío mayor a los sistemas de seguridad social y sociosanitarios, dado que los jóvenes menores de 15 años representaban en 1992 el 29,4% y en 2024 representan el 17,7%; mientras que los mayores de 65 años, eran el 6,6% y hoy representan el 14 % de la población.

¿Qué propuestas nacen de la academia para enfrentar este potente cambio? La inteligencia artificial desafía los tradicionales mecanismos de diagnóstico, pudiendo proponer después del análisis comparativo de miles de exámenes, radiografías o imágenes, tempranas definiciones de riesgos o patologías ¿cómo integramos esas capacidades en el proceso formativo?, los desafíos para la Biomedicina y las ciencias de la salud son mayores, toda vez que las demandas de una población, plantean una forma muy diferente de abordar la salud pública.

Políticas de financiamiento y equidad en la educación superior

En el ámbito económico, enfrentamos nuevas políticas de financiamiento de la educación superior que no han estado exentas de polémicas (CAE vs FES), considerando que da la posibilidad de que 8 de los 10 quintiles tengan acceso a un mecanismo de financiamiento, 4 de los cuales contarían con gratuidad y solo 2 en la obligación de costear su formación ¿estará en riesgo de que se induzca una segregación de las personas que se forman en las diferentes Instituciones de Educación Superior (IES)?

Se suma a ello, la regulación de los aranceles por parte del Estado, como factor interno, mientras que externo, pero con una cierta relación, la coerción que hemos visto desde el gobierno del presidente Trump, sobre la libertad e independencia de la academia, supeditando la continuidad del financiamiento central al alineamiento ideológico del actual presidente.

Estos hechos aparecen como asuntos críticos que pudiesen atentar contra los principios fundamentales con que nuestra sociedad se ha investido en las últimas décadas, libertad de expresión, equidad en las oportunidades de acceso, tolerancia, independencia y pluralismo, bases fundacionales de la UdeC. Cabe la inquietante pregunta respecto de si ¿está en riesgo la libertad académica en este contexto? ¿Deben transar las IES sus valores, visiones y objetivos estratégicos para poder garantizar una sustentabilidad económica?

Pareciera haber, bajo estas premisas, incentivos perversos que podrían distorsionar el sistema de educación superior.

Para aquellos estudiantes con acceso a este nuevo sistema, parece no ser todo lo justo la posibilidad de imponer cargas económicas futuras, como tributos a algunos de esos grupos sin contraprestaciones, lo que pareciera no ser el mejor de los modelos, ya que adicionalmente al asumir el estado el control del financiamiento, las urgencias y prioridades pudiesen ser una amenaza para la estabilidad del mecanismo.

Cabe entonces preguntarse: ¿cómo afectará en el largo plazo a las instituciones de educación superior estas políticas? En el caso de los aranceles, la Universidad de Concepción verá un beneficio en el corto plazo; sin embargo, se plantea la preocupación legítima de que el financiamiento de las IES tenga una alta dependencia de un financiamiento estatal, que, frente a diferentes crisis, siempre tendrá que priorizar. Y sabemos que la ciencia y la academia están en el vagón de cola del presupuesto de la nación desde hace ya muchos años (nunca hemos superado el 0,4% del PIB para ciencia), y no es posible apreciar una voluntad política legítima por cambiar esta condición.

Por un nuevo liderazgo académico para el país

Este es el escenario en el cual la UdeC mira al futuro con sus 106 años. Un entorno que plantea profundos desafíos, probablemente oportunidades, que llaman a la puerta de esta centenaria institución con la obligación de hacernos parte central de las discusiones del Chile actual.

Liderar la modernización de los procesos formativos, desarrollar y abrir reales espacios pluralistas y con el foco puesto en levantar y reimpulsar el desarrollo regional, y por supuesto el futuro nacional, en base a conocimiento de frontera. A un modelo educativo que aborde los desafíos inmediatos de la revolución digital y que encarne, bajo el concepto de la excelencia, el mandato que sus fundadores le otorgaron y del cual hoy somos herederos todos —trabajadores, académicos, estudiantes y todos quienes se han formado al alero de la institución del Campanil—. Y al que hoy su institución les debe convocar para abordarlos con premura y sin pausa, para que la UdeC esté siempre en el podio de la excelencia y en el primer lugar, en sus primeros 25 años en el camino del bicentenario.