Me refiero a un sistema de aseguramiento en que las personas internalicemos criterios de solidaridad y equidad, donde accedamos a prestaciones que resuelvan problemas oportunamente, en función de la necesidad y no de la capacidad de pago de las personas y en el que la prevención esté presente.

Los tiempos que se viven en el gremio médico huelen a reforma.

A la asonada de leyes que complejizan la práctica profesional, se suma la urgente necesidad de disminuir los tiempos que las personas esperan para resolver sus problemas de salud. Una Campaña de Invierno que si bien se perfila con mirada optimista por la disponibilidad de un anticuerpo contra el Virus Sincicial (Nirsevimab), aún siembra preocupación ante la oferta siempre insuficiente de recursos que el Ministerio de Salud destina para ello.

Hay que mencionar también los avatares de la llamada Ley Corta, la situación que enfrentan los médicos de un sector privado amenazado por la incertidumbre; y las nuevas enfermedades que nos acechan, camino allanado por el cambio climático.

La medicina siempre ha lidiado con problemas, con recursos limitados, y con la necesidad de priorizar. Por eso es importante levantar la mirada y buscar perspectivas más amplias, diversas opiniones, experiencias pasadas exitosas, y aprendizajes de lo que no resultó.

Implicancias de la relación del ejercicio médico y el jurídico

Sentir los cambios legales y éticos como una amenaza también tiene su historia. Hace 50 años, cuando surgía la bioética y se comenzaban a implementar los derechos de los pacientes, allí también la medicina experimentó perplejidad y asombro.

Hoy, el desafío es –por un lado- proteger a nuestro gremio y a los miles de médicos y médicas que ejercen dignamente esta profesión; por otro lado, debemos hacernos cargo de las demandas sociales y trabajar con una mayor empatía, transparencia, y respeto a la autonomía, entre otros valores.

Proteger a la comunidad con medidas preventivas y protectoras, como vacunas y nuevos fármacos, requiere esfuerzos para educar y comunicar los riesgos sin provocar pánico, relevando que los avances de la medicina impactan en nuestra calidad de vida y supervivencia.

Hoy, todos tenemos una tarea ineludible para proteger a los más vulnerables y, a la vez, resguardar los recursos.

Todo lo anterior le puede cambiar la cara al invierno, donde comunicar adecuada y oportunamente será una tarea sanitaria a la que nos plegaremos con entusiasmo, sentido de urgencia y responsabilidad.

Tramitación de la Ley Corta

La Ley Corta ha sido compleja en su tramitación, desplegando una gran cantidad de conceptos con los que la comunidad ha tenido que lidiar: ICSA, tabla única de factores, prima GES, mutualización, por nombrar algunos.

Como Colegio Médico creemos que la incierta situación de las Isapres, y la amenaza que eso implica para el sistema de salud en su conjunto, debe impulsarnos a ir más allá del fallo de la Corte Suprema.

Es necesario preguntarnos –a 20 años del AUGE-, ¿qué ha pasado con la salud en Chile, cómo estamos hoy y cómo queremos estar en 20 años más?

Esta es tarea del Colegio Médico y para eso hemos organizado un seminario para mediados de abril que busca evaluar la reforma más reciente y discutir sobre lo que necesita la próxima, que creemos es urgente.

En ese encuentro se darán cita diferentes autoridades y expertos, privilegiando una mirada a largo plazo. Durante tres días, queremos sobrevolar la salud del país e ir más allá de la contingencia, más allá de la crisis de las Isapres y la Ley Corta, proponiendo un diseño para nuestro futuro.

Resolver hoy para el escenario futuro

Ese escenario futuro debe resolver la obesidad de los niños, mejorar la calidad de vida de las personas, proponer un acompañamiento en “tiempos sanos” y un acceso amplio a niveles más complejos de atención cuando se esté enfermo.

Un país donde se priorice con criterios transparentes; donde la espera sea acotada, informada y con la confianza de que el sistema responderá a un ritmo más ágil, según la gravedad de cada uno.

Me refiero a un sistema de aseguramiento en que las personas internalicemos criterios de solidaridad y equidad, donde accedamos a prestaciones que resuelvan problemas oportunamente, en función de la necesidad y no de la capacidad de pago de las personas, y en el que la prevención esté presente.

Un país donde la enfermedad no sea la ruina, y donde también se acepte que a veces la medicina alivia, acompaña, pero no siempre cura.

En definitiva, que se comprenda la salud en su dimensión comunitaria y no como un bien de consumo.

¿Será mucho pedir? Como dije anteriormente, la invitación es a sobrevolar nuestro sistema de salud, sin ataduras del pasado y la contingencia actual, para pensar la salud del futuro: hoy una tarea ineludible.