¿Nos quedamos en un hotel? ¿Airbnb? ¿Hostal? ¿Dormir en la cuneta abrazados a nuestras pertenencias? Todas opciones, pero algunas más lujosas que otras. Quizás el segundo punto más importante a la hora de planear las vacaciones (después de elegir el destino, obvio) es el hospedaje. Son variados en precios y comodidades, y escoger el mejor depende de muchos factores.

Así que te traigo una recomendación de miedo si Cusco es tu próximo destino.

La meta era difícil de lograr, pero ya estábamos a mitad de camino y al fin estábamos en Cusco. Nuestro viaje de siete días a Perú nos llevó a esta patrimonial ciudad y aunque las primeras horas en el lugar fueron no tan placenteras y a mi cuerpo le estaba pasando la cuenta las pocas horas de sueño, sumado a los largos tramos de viaje junto a los efectos de la puna, la vista de la ciudad al amanecer era lo suficientemente bonita para querer tomar foto de todo.

Al momento de planear nuestras económicas vacaciones con mi hermana, decidimos que el alojamiento lo veríamos al llegar al lugar. Sí, fuimos con toda la esperanza y fe de no dormir en la calle.

La ventaja es que justamente era marzo y la temporada alta aún no comenzaba, así que encontramos bastantes hostales y hoteles con disponibilidad de camas. No podíamos comprometernos previamente a saber que llegaríamos tal día a tal lugar, porque nuestro sistema de viaje era algo impredecible. Esta idea de que haríamos todo el recorrido de Arica a Machu Picchu ida y vuelta en siete días podría ser un disparo en los pies en cualquier minuto.

Luego de comer algo, beber una infusión de coca y sentirme medianamente humana otra vez, tomamos un tour que nos ofrecieron en la plaza patrimonial de la ciudad y recorrimos la ciudad con otros turistas chilenos que, muy cómicamente, encontraríamos en todos los viajes que haríamos los días siguientes.

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Ya pasado las 2 de la tarde y con los check in ya disponibles, nos propusimos buscar dónde dormir. Nuestros compatriotas y compañeros de tour nos recomendaron un hostal que estaba justamente cerca de la plaza de Cusco, pero que estaba fuera de nuestro presupuesto. Sabíamos que se podía regatear (ya lo habíamos hecho con el tour donde nos conocimos) pero lo mejor era buscar un lugar quizás un poco más lejos del centro, pero que se acomodara a lo que podíamos pagar.

Al final no tuvimos que caminar mucho, porque escondido en un callejón apareció una oportunidad de terror.

El bondadoso “Hostal Frankenstein” de Cusco

Quizás tal como el libro que inspiró su nombre, el Hostal Frankenstein ubicado en la calle San Juan de Dios en Cusco, tiene una apariencia que te engaña. Algo rústica, quizás no amigable con todos, pero con una sorpresa en su interior.

No está visible a primera vista, si no más bien al interior de un patio.

Al ingresar a la casona, verás el recibidor, lleno de mapas y papeles, junto a un antiguo computador (o al menos así estaba en 2019) que te recuerda a los años 90 cuando tenías que esperar que colgaran el teléfono para poder hacer click en el navegador.

Ahí nos recibió Ludwing, un alemán que pasa la mitad de su tiempo en su tierra natal y la otra mitad en Cusco, ciudad que le encantó y donde decidió abrir su “emprendimiento”.

Para suerte de nosotros, encontramos a Ludwing retornando de Alemania recientemente y nos contó que estaríamos prácticamente solos en el hostal. Sólo se estaba quedando una familia francesa en el segundo y tendríamos el lugar prácticamente para nosotros, así que nos ofreció una pieza que incluía baño y estaba cerca de la cocina.

Entrada hostal Frankenstein
Hostal Frankenstein

Los aspectos del entorno están impregnados de un humor lúdico y aterrador, con un toque de Halloween que crea un ambiente acogedor. Recuerdo especialmente haber estado sentada tomando té, cuando algo me llamó la atención y noté que un cuervo estaba posado en una esquina de la casa y de repente, estaba en el cuento de Edgar Allan Poe.

En el lugar abundan las referencias al género de terror y al legendario Frankenstein. Ofrece comodidades como servicio de lavandería, la posibilidad de preparar tus propias comidas, una acogedora chimenea, entretenimiento a través de juegos, televisión e Internet de alta velocidad. Además, las habitaciones se mantienen impecablemente limpias para garantizar una estancia agradable.

A nosotras el lugar nos pareció una maravilla. Nuestro hospedero en aquel entonces incluso te ofrecía desayuno y podíamos beber todas las infusiones y té que quisiéramos, teniendo cuidado de lavar los utensilios usados, obviamente. Mi hermana viajó recientemente y volvió a quedarse en el hostal y ya no incluye desayuno, pero considerando que todos los tour son tempranos, realmente era algo que no se aprovechaba.

Optamos por quedarnos en el lugar. Ludwing incluso nos hizo precio y nos reservó la pieza, considerando que teníamos que ir a Machu Picchu al día siguiente. También nos guardó el equipaje en una caja fuerte que tiene, por lo que pudimos viajar menos cargados a la gran montaña.

Si buscas el lugar en TripAdvisor, encontrarás una gran cantidad de reseñas positivas, y quiero quedarme con esta: “Tu le pides una cosa al Ludwig y el te ofrece cinco más, es muy atento, siempre se da tiempo para conversar o ayudar a cada uno de sus huéspedes”.

Cuando bajamos de Machu Picchu y volvimos al hostal en Cusco, mi hermana tuvo una molestia en su rodilla, por el rebote de los escalones, así que nos tomamos un día de descanso y actividad moderada. Al enterarse de esto, Ludwing trajo de inmediato una pomada para que se aplicará y estuvo todo el día preguntando cómo estaba, viendo si era necesario que fuéramos a algún centro asistencial. También estuvo pendiente de nuestras salidas al aeropuerto el día de partida, y coordinó el taxi que nos llevó a destino. Siempre estuvo dispuesto a darnos indicaciones y comentarnos sus experiencias en el lugar.

Me atrevería a decir que de no encontrar el hostal, mi experiencia en Perú no habría sido tan memorable de no encontrarme con este alemán apasionado por la ciudad en nuestro camino.

Imágenes hostal Frankestein
Yessenia Márquez | BBCL