Luego de 37 años en el rubro, el tradicional Lavaseco Josseau de Punta Arenas cerró sus puertas debido a la situación económica “insostenible” que -de no haber bajado la cortina- habría obligado a este negocio familiar a endeudarse y, posiblemente, incurrir en el no pago de sueldos.

El local fue fundado el 7 de agosto de 1982 y estaba encabezado por Alex Josseau y su esposa Patricia Filipich, quienes tomaron la decisión de cerrar el negocio ante la baja de clientes, el fin de pedidos por parte de otras empresas, el cambio de hábitos en la población y la aparición de nuevas tecnología.

“Siempre tuve la idea de tener una lavandería y desde el comienzo nos iba muy bien, pero ya en los últimos cinco años el negocio decayó enormemente”, relató Josseau a La Prensa Austral.

“De hecho, en 2018 la minera (Invierno) dejó de traer sus artículos producto de su cierre programado, mientras que otros clientes de pesqueras y pequeños empresarios fueron dejando de hacer sus encargos para abaratar costos”, agregó.

El edificio que albergó al lavaseco, en un espacio de 133 metros cuadrados, es de su propiedad. “Veremos qué destino tendrá, si se venderá, por ejemplo”, dijo.

Por su parte, Filipich afirmó que la resolución a la que llegaron fue la correcta. “Si seguíamos así, no alcanzaría para pagar los sueldos”, reveló.

“Hoy la gente prefiere comprar ropa nueva y desechable, antes que pagar por un lavado. Además, optan por lavadoras sofisticadas y todo eso influye. Nuestros clientes lamentan también que debamos cerrar, pero es así”, lamentó.

Reacción del equipo

En el extinto lavaseco trabajaban cuatro personas más: Waldo Urra, Rosa Muñoz, Doly Raicahuín y Bernarda Pérez. Urra trabajó allí desde el principio y Muñoz lo hizo por 30 años.

“Haber estado aquí es algo muy bonito y satisfactorio, hice muchas amistades acá ya que uno interactuaba con importantes personalidades. Ahora, a buscar otro horizonte”, sostuvo Urra.

“Llegué primero encargando trabajos, hasta que un día me llamaron y acá estoy. Realmente, me siento muy agradecida de haber compartido todos estos años con mis colegas y jefes”, señaló Muñoz.

“Don Waldo era vecino y supo que por ese entonces me había retirado de un trabajo, así que como necesitaban a alguien, me ofreció presentarme. Feliz de esta experiencia”, indicó por su parte Raicahuín, quien se desempeñó en Josseau por 22 años.

Finalmente Pérez, quien fue parte de la empresa por doce años, admitió estar agradecida y contenta de su paso por el emblemático lavaseco de calle Ignacio Carrera Pinto.

Pese a ello, manifestó sentir “mucha pena, son sentimientos encontrados. Descansaré y después veré qué hacer”.