Para muchos expertos, las elecciones de este domingo traerán coletazos a política tradicional: mientras uno habla del ocaso de las fuerzas conocidas, otro prefiere usar la palabra reconfiguración. No obstante, voces recuerdan el nivel de indecisos que existe y que las encuestas no tienen la credibilidad de antaño. Para estas, la presidencia se resolvería entre Kast o Boric, y en segunda vuelta.
Por primera vez desde el retorno a la democracia, ninguno de los favoritos en las elecciones presidenciales del domingo forma parte de las coaliciones tradicionales de centro-izquierda y centro-derecha que durante más de 30 años se repartieron el poder.
Pese a que hay mucha desconfianza hacia las encuestas por sus desaciertos en las últimas votaciones, casi todas coinciden en que el sustituto de Sebastián Piñera podría ser de un partido con menos de 5 años de recorrido.
Por la izquierda, y acompañado del Partido Comunista, está el diputado Gabriel Boric, del Frente Amplio y bajo el pacto Apruebo Dignidad.
Al otro lado del espectro está José Antonio Kast, con la derecha conservadora del Partido Republicano, junto al Frente Social Cristiano.
Indecisos
Pero la cantidad de indecisos es alta y el último debate del lunes elevó a algunos y tumbó a otros.
Es decir, tampoco se debe olvidar que por La Moneda también corren la senadora Yasna Provoste (DC), del bloque Nuevo Pacto Social, o Sebastián Sichel, de Chile Podemos Más.
Ambos son las cartas de las dos grandes coaliciones que alternaron en el poder tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, los herederos de lo que en algún momento fueron la Concertación y la Alianza.
Para Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile, se trata del “ocaso” de estas dos grandes formaciones tradicionales que ya llevaban años agonizando.
“Su declive es la crónica de una muerte anunciada”, afirmó a EFE.
“Remezón político”
El auge de Boric y Kast en estas elecciones, las más inciertas de las últimas décadas, es una señal del “colapso de la política tradicional”, explicó a EFE Kenneth Bunker, director de la encuestadora Tresquintos.
“No estar vinculados a partidos tradicionales ha dado alas a estos candidatos”, expresó.
Para el experto, este “remezón político” comenzó con el nuevo sistema electoral que debutó en los comicios de 2017 y cambió la lógica de binominal a proporcional.
Esto propició la irrupción en el Parlamento de nuevas formaciones.
Por ejemplo, el Frente Amplio conquistó 15 escaños y su carta presidencial, Beatriz Sánchez, se alzó como la tercera favorita, con un 20% de apoyo.
En esos mismos comicios, el actual candidato Kast, a menudo comparado con el brasileño Jair Bolsonaro, quedó en cuarto lugar compitiendo como independiente, con casi un 8% de apoyo.
Efecto del estallido social
El declive de los partidos tradicionales “terminó de consolidarse con el denominado estallido social de 2019”, puntualizó Javier Sajuria, de la Queen Mary University of London.
“Ahí se terminó de caer cualquier resabio de legitimidad que tenían los partidos y muchos votantes se quedaron huérfanos”, detalló a EFE.
Y en las megaelecciones de mayo, la principal votación posterior a las marchas, se evidenció esta tendencia, especialmente en la constituyente.
Los independientes desbancaron a pesos pesados de la política y fueron la fuerza más votada con 88 de los 155 asientos para redactar la nueva Carta Magna.
“Hacia un modelo más europeo”
Para María Cristina Escudero, de la Universidad de Chile, es “improbable que se trate del derrumbe de los partidos tradicionales”.
A su juicio, será una reconfiguración del mapa político “hacia un modelo más europeo donde convivan formaciones antiguas y nuevas”.
Una de ellas sería el Partido Republicano, de Kast, fundado en 2019 como una escisión radical del partido más derechista del oficialismo, la Unión Demócrata Independiente (UDI).
Por otro lado, está el Frente Amplio, una formación que emergió en 2017 de forma similar a Podemos en España y que gobernaría en coalición con el Partido Comunista y otros grupos progresistas.
Elecciones y cambios
Pero el jefe de la Escuela de Gobierno de la Universidad de San Sebastián, Jaime Abedrapo, señaló a EFE que todavía no hay nada en claro.
Desde su perspectiva, estas son “las elecciones más inciertas de la democracia”.
Los sondeos apuntan a que hay un gran grupo de indecisos pese a la relevancia de los comicios.
Este domingo se elegirá a un presidente que deberá implementar, de aprobarse, las normas de la nueva Constitución.
Además, el elegido (o elegida) deberá liderar un país inmerso en una fuerte crisis social y una acuciante inflación tras la pandemia.
Ninguno candidato lograría imponerse en primera vuelta y tendrían que medirse en un balotaje el 19 de diciembre, según la mayoría de los sondeos.
“Lo que sí es evidente es que los partidos están en una encrucijada: o se renuevan cambiando su fachada, sus sensibilidades y su agenda, o van a seguir siendo el gran lastre para la gobernabilidad del país”, concluyó Abedrapo.