A finales de agosto, Ucrania declaró que finalmente había logrado atravesar la primera línea de defensa de Rusia después de retomar la pequeña aldea de Robotyne en el sur de Ucrania. Este avance clave coincidió con la amenaza de un grupo de mercenarios rusos de dejar de luchar en nombre de Rusia en el frente de la aldea y podría ser una señal de que se está gestando un mayor sentimiento anti-Kremlin entre quienes luchan por Moscú.

La decisión de un grupo mercenario neonazi ruso de dejar de luchar en protesta contra el Kremlin ayudó de manera indirecta a Ucrania para lograr un importante avance en la línea del frente.

“Robotyne ha sido liberado”, anunció el 28 de agosto la viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Maliar.

Puede que esta pequeña aldea, que antes de la guerra tenía una población de menos de 500 personas, tenga poca importancia en sí misma.

Pese a esto, se encuentra a lo largo de una carretera estratégica que conduce al centro ferroviario y vial de Tokmak, ocupado por los rusos.

Desde allí, otra carretera conduce a Melitopol, que -antes de la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014- los ucranianos la conocían como la “puerta de entrada” a la península.

Por tanto, la victoria de la semana pasada fue un avance importante para Ucrania, según lo da a conocer en un artículo France24.

Ayuda indirecta a Ucrania

Sin embargo, combatientes de Rusich provocaron un cambio drástico en el curso de la batalla.

Se trata de un pequeño grupo paramilitar neonazi ruso estacionado en la línea del frente de Robotyne, que habían amenazado con deponer las armas.

Esta medida puede haber contribuido a la dolorosa pérdida de Rusia allí.

La razón oficial de la amenaza de deponer las armas fue explicada por Rusich en una declaración en Telegram el 25 de agosto.

Uno de los principales comandantes y miembros fundadores del grupo, Yan Petrovsky, fue detenido en Finlandia y se enfrentaba a la extradición a Ucrania (y a la Federación Rusa).

Petrovsky, de doble nacionalidad ruso-noruega, cofundó Rusich en 2014 para participar en la ocupación rusa de Donbas. Además, se cree que en algún momento fue contratista del Grupo Wagner.

En una serie de mensajes capturados por el proyecto de investigación Europa Antifascista, los miembros de Rusich expresaron su frustración por el trato que les dieron las autoridades rusas.

“Si el país no puede proteger a sus ciudadanos, ¿por qué deberían los ciudadanos proteger al país?” preguntó uno.

Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), el grupo parecía estar operando cerca de Robotyne en el oeste del Óblast de Zaporizhia.

Se describe como “un área crítica de la línea del frente donde el comando militar ruso probablemente no pueda permitirse el lujo de tener unidades”.

Poco después de que ISW publicara su análisis, Robotyne cayó ante Ucrania.

Contribuciones de Rusich a la caída de Robotyne

Según Jeff Hawn, miembro no residente del grupo de expertos New Lines Institute habría sido un escenario creíble.

“Existe una posibilidad muy grande” de que los mercenarios depusieran las armas, lo que probablemente habría contribuido a la caída de Robotyne, dijo.

Rusia está tan escasa de combatientes que no puede reemplazar las unidades que se rinden, dijo.

Hawn añadió que el motivo de una revuelta probablemente tendría menos que ver con la detención del líder del grupo que con una pérdida de motivación del grupo neonazi.

“Es probable que estos tipos sólo estén buscando una excusa para salir”, dijo. “Se están dando cuenta de que Ucrania no se va a romper y rendirse simplemente”, agregó.

La situación de los grupos paramilitares se ha complicado aún más por el intento de motín de Wagner en junio y la muerte del líder del grupo mercenario, Yevgeny Prigozhin, a finales del mes pasado.

Bajo el liderazgo de Prigozhin, explicó Hawn, Wagner había servido durante mucho tiempo como herramienta de organización para otros grupos de milicias rusas que operaban en Ucrania.

Sin embargo, tras el fallido motín del grupo –y los posteriores intentos de Moscú de intentar disolver el grupo– las condiciones laborales del “colectivo de milicias” de Prigozhin en Ucrania empeoraron.

“Probablemente ahora les paguen en rublos, si es que les pagan”, dijo Hawn.

Enemistad del grupo neonazi con el Kremlin

Antes de su muerte, Prigozhin se había quejado durante mucho tiempo de que el ejército ruso no estaba suministrando a sus mercenarios suficiente munición, e incluso amenazó con retirar a sus tropas de la línea del frente en la reñida ciudad de Bakhmut.

La muerte de Prigozhin también acabó con toda una estructura de poder en la sombra construida sobre conexiones y la capacidad de comandar a los “matones y criminales” que luchaban como mercenarios.

“No hay nadie como Prigozhin que tenga actualmente la voluntad o la capacidad de desafiar al gobierno directamente”, dijo Hawn.

Ahora que el líder de Wagner está fuera de escena, dijo, será aún más difícil para Moscú controlar la docena o más de grupos de milicias que aún se encuentran en Ucrania.

Aún peor para Moscú, dijo Hawn, sería si estuvieran dispuestos a cambiar de bando.

“No me sorprendería que algunos de estos tipos se arrepintieran y de repente se unieran a la Legión Rusa Libre, especialmente si les pagan en dólares”, dijo.

Esto, refiriéndose a un grupo de combatientes rusos pro-Kiev que afirmaban haber organizado varios ataques en la región rusa de Belgorod en los últimos meses.

“Creo que el incidente en Robotyne es significativo y es una señal de que habrá más cosas por venir”.