Alemania, mucho tiempo criticada por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, por la lentitud de su implicación, se comprometió a entregar en los próximos días un sistema de defensa Iris-T con un alcance protector de 20 km de altura y 40 km de longitud.

Los ataques rusos sobre Ucrania del lunes vuelven a poner en la mesa el debate sobre un refuerzo de la ayuda militar occidental, pero los hechos son obstinados: ningún mecanismo de defensa antiaérea protege totalmente a un territorio de este tipo de bombardeos.

El ejército ucraniano acusó a Rusia de haber realizado ataques desde Bielorrusia con drones-bomba iraníes. Pero fueron sobre todo misiles lo que cayeron sobre Kiev y otras ciudades alejadas del frente.

El primer ministro ucraniano, Denis Shmygal, indicó que, además de Kiev, once infraestructuras importantes resultaron dañadas en ocho regiones.

“Los pedidos de defensas aéreas occidentales alrededor de los centros de población ucranianas se volverán más fuertes después de hoy” (lunes), tuiteó Tyler Rogoway, redactor jefe de la web especializada The War Zone.

“Pero los misiles de crucero constituyen un desafío incluso para los sistemas de defensa aérea modernos”, que en ningún caso son “escudos impenetrables”.

François Heisbourg, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), también es escéptico: “¿Qué infraestructuras y qué centros de población deben defenderse y con qué eficacia? Defender todo significa no defender nada”, apunta.

Israel, por ejemplo, con una superficie 27 veces inferior a la de Ucrania, no dispone de un escudo antimisiles inviolable.

“No hay panacea”

“Pienso que ningún país es capaz de evitar todos los misiles, drones o aviones”, dice Nicholas Fiorenza, analista del centro de investigación privado británico Janes.

Según Kiev, el ejército ruso disparó 83 misiles, 43 de ellos de crucero. Un total de 52 proyectiles fueron interceptados por sus defensas, una cifra que muestra al mismo tiempo su capacidad y su vulnerabilidad.

Los rusos parecen haber usado misiles de medio alcance Iskander y Tochka-U y misiles de crucero Kalibr. Frente a ello, los ucranianos disponen de baterías antiaéreas S-300 y otros modelos, aunque algunos sin munición.

Ante los ataques de drones, los ucranianos usan sistemas portátiles de defensa aérea (Manpads), que disparan misiles tierra-aire desde distintos orígenes.

Pero “defender grandes ciudades con Manpads exigiría muchas lanzadoras debido su corto alcance”, dice Gustav Gressel, experto del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales (ECFR).

“No hay panacea en cuestión de sistemas de armas, dado que los objetivos tienen velocidades, trayectos, altitudes y datos distintos”, afirma.

Allí, “las defensas aéreas se deben superponer y los diferentes sistemas de armas deben respaldarse unos a otros”, añade.

En marzo y abril, los ucranianos ya consiguieron interceptar alrededor de Kiev múltiples misiles rusos, pero no pudieron evitar todos los ataques.

En lo que se refiere a la ayuda occidental, Estados Unidos ya prometió baterías de misiles tierra-aire de fabricación noruega (Nassam). Pero solo dos serán entregadas este año y como máximo hasta seis el próximo año, según Gustav Gressel.

El presidente Joe Biden, prometió el lunes, tras la ola de bombardeos, que Estados Unidos seguiría proporcionando a Kiev “sistemas avanzados de defensa aérea”.

Efecto simbólico par Ucrania

Los últimos ataques rusos “señalan claramente la importancia de la entrega rápida de sistemas de defensa antiaérea a Ucrania”, declaró la ministra alemana de Defensa, Christine Lambrecht, que citó otros tres sistemas entregables el próximo año.

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Pero según Janes, el contrato alemán implica doce semanas de formación de las tropas ucranianas. “No veo que vayan a marcar una diferencia antes de la primavera próxima”, asegura en este sentido Nicholas Fiorenza.

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La presión seguirá hasta entonces en las industrias de armamento occidentales, que durante mucho tiempo relegó a un segundo plano las defensas antiaéreas, poco útiles ante la lucha contra el terrorismo o en lugares como Afganistán o el Sahel.

Actualmente debe hacerse este esfuerzo, asegura a la AFP Wojciech Lorenz, del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales.

La respuesta a los ataques “debe pasar por sistemas de defensa antiaérea y antimisiles, de los que desgraciadamente hay una cantidad insuficiente en Occidente, pero debemos ver qué podemos hacer para reforzar la moral de los ucranianos y limitar las destrucciones”, estima.

Michael O’Hanlon,
de Brookings Institution, apunta también al efecto simbólico de estos sistemas que no son infalibles ni baratos, pero son esenciales.

“Como ha demostrado la ‘Cúpula de Hierro’ israelí en los últimos años, pueden dar a una población asediada un sentido de esperanza más fuerte, aunque no se pueda contar con una eficacia del cien por cien”, afirma.