El intento del presidente turco de chantajear a la UE con nuevos refugiados no tiene nada que ver con los niños refugiados en las islas griegas. Allí, la UE podría haber ayudado hace mucho tiempo, opina Barbara Wesel, corresponsal de la DW en Bruselas.

Se desconoce qué es lo que ha inspirado a la coalición de gobierno alemán a aceptar sacar a varios niños de los campos de refugiados griegos. Las dramáticas imágenes de los refugiados en la frontera greco-turca parecen haber conmovido a los políticos. Así somos los humanos, hasta que no lo vemos, no nos compadecemos.

Pero los campos de las islas griegas existen desde 2015. Concebidos como una solución temporal, cinco años después se han convertido en grandes tugurios marginales que avergonzarían a cualquier país del llamado “Tercer Mundo”.

Nadie en Europa se siente responsable

Desde entonces, ha habido repetidos informes sobre las condiciones que allí reinan: no hay calefacción, ni duchas, ni baños, ni resguardo de la lluvia, ni suficiente comida, ni educación. Las cabañas se hunden en el barro y la basura. La desesperanza conduce a los niños y a los jóvenes a una profunda depresión. Todo esto puede ser leído por todos: los medios de comunicación muestran regularmente la situación en la que la gente vive allí.

Pero nadie en las capitales europeas se siente responsable. Después de que Grecia fuera declarada campo central de los refugiados en la ruta oriental del Mediterráneo y se firmara un pacto de devolución con Turquía, el asunto parecía estar resuelto para la Unión Europea.

Pero el presidente turco no es el culpable de la existencia de estos miserables campos. Si bien ha sido un mal vecino, un autócrata despiadado e irresponsable, y que juega al póker político, no es el responsable del campo de Moria en Lesbos. El responsable es principalmente el Gobierno griego, que está demostrando una mezcla de mala voluntad, incompetencia organizativa y descuido deliberado.

ANGELOS TZORTZINIS / AFP
ANGELOS TZORTZINIS / AFP

La frecuente excusa de Grecia de los años de la crisis económica ya no vale. La UE ha transferido cientos de millones de euros en ayuda a Atenas, ofrece apoyo directo y actualmente pone a disposición otros 350 millones. Esto debería ser suficiente para proporcionar condiciones de vida medianamente decentes para los casi 70.000 refugiados en Grecia. Además, numerosas organizaciones humanitarias trabajan en los campos de refugiados y ofrecen atención médica, ropa y otros artículos. Pero no nos engañemos: las aterradoras imágenes de Lesbos y otros lugares son intencionales: buscan asustar a otros refugiados para que no vayan a Grecia.

La UE ha fracasado aquí totalmente. Por temor al creciente populismo de derecha, los estados miembros han olvidado el derecho de asilo y los derechos humanos, y ya ni pronuncian la palabra “refugiado”.

¡Salven, al fin, a los niños!

Saquen de Grecia a los niños y jóvenes refugiados que están solos, aunque tengan más de 14 años, no sean niñas y no estén enfermos. Todo esto podría haberse hecho hace años, ¡pero más vale tarde que nunca! La valiente oferta de decenas de alcaldes de toda Alemania puede haber ayudado a convencer a los detractores de Berlín de que unos pocos cientos de niños no pondrán de rodillas a esta rica nación industrial.

Ahorrémonos la hipocresía. Señor (Friedrich) Merz: cualquiera que quiera convertirse en canciller de Alemania y en presidente de un partido que lleva la palabra “cristiano” en su nombre, debe demostrar cualidades humanas.

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