El papa Francisco, que desplegó grandes esfuerzos diplomáticos para renovar en octubre un acuerdo con China, mencionó por primera vez la persecución de la minoría musulmana de los uiugures.

“Pienso mucho en los pueblos perseguidos: los rohinyás, los pobres uiugres, los yazidíes -lo que les hizo el Dáesh fue muy cruel- o los cristianos en Egipto y Pakistán, muertos por bombas detonadas mientras rezaban en la iglesia”, confiesa el soberano pontífice en un libro dado a conocer este lunes, titulado en español “Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor”.

El Vaticano nunca se ha expresado oficialmente sobre la persecución de los uigures, incluso si dos cardenales asiáticos lo hicieron el verano pasado, constató la Agence France-Presse.

Tras la publicación, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, rechazó las palabras del Papa afirmando que “el gobierno chino siempre ha protegido los derechos legales de las minorías étnicas por igual”, añadiendo que “las palabras del papa Francisco no tienen fundamento”, citó Daily Mail.

El 22 de octubre, el Vaticano y China renovaron por dos años un delicado acuerdo sobre el nombramiento de los obispos. Con anterioridad, Estados Unidos había exhortado al papa a denunciar todas las persecuciones religiosas en China, tanto contra los católicos como contra la minoría uigur.

Los uigures constituyen el principal grupo étnico de Xinjiang (noroeste de China). Según organizaciones de defensa de derechos humanos, más de un millón de personas fueron internadas en “campos” en esta región. China afirma por su parte que se trata de “centros de formación profesional”.

En su libro (que se publica el 2 de diciembre), el papa habla más detenidamente del pueblo rohinyá, una minoría musulmana perseguida en Birmania y de la que numerosos miembros se refugiaron en el vecino Bangladés.

“Siento un cariño particular por los rohinyás. En este momento es el grupo humano más perseguido de la Tierra”, dice el papa argentino. “Hay miles de ellos en campos de refugiados en Bangladesh, donde el Covid-19 hace estragos”, añade, hablando de “una injusticia que clama al cielo”.