Cecilia Bolocco participó en “Conversaciones Cáncer y COVID-19: pandemias cruzadas en Chile”, evento online en el que se refirió a la compleja experiencia que ha debido enfrentar su hijo Máximo.

Recordemos que en noviembre de 2018 el adolescente debió someterse a una cirugía para extirparle un tumor cerebral.

“Ha sido el proceso más complejo, devastador y también bello de mi vida, a pesar que pende sobre nuestras cabezas el hecho de que Máximo tiene esta enfermedad crónica”, señaló Bolocco, según consigna LUN.

Debido a que el diagnóstico médico fue cáncer grado 4, ambos se trasladaron a Memphis, Estados Unidos, por todo el 2019, ciudad en la que Máximo comenzó un largo tratamiento en el St Jude Children’s Research Hospital.

En ese sentido, Bolocco explicó cómo ha sido enfrentarse a esta pandemia en medio de la recuperación de su hijo.

“Mi niño ya había terminado su tratamiento, gracias a Dios, pero quedó con las defensas sumamente bajas, entonces era muy peligroso que se contagiara con covid-19”, sostuvo.

“Nosotros veníamos de vivir nuestra propia cuarentena. Máximo estuvo durante casi un año (2019) en tratamiento en Estados Unidos. Pasó el 90% de ese año hospitalizado y nosotros vivíamos con mascarillas, lavándonos las manos a cada rato para no exponerlo”, continuó.

“Volvimos a Chile el 4 de marzo, él ingresó al colegio a los dos días y el 16 estábamos en cuarentena. Fue como una suerte de extensión a nuestro proceso”, detalló.

En tanto, uno de los momentos más emotivos ocurrió cuando Bolocco se refirió a cómo enfrentó la caída de cabello de su hijo.

“En su primera radioterapia se le cayó sólo el pelo en la parte de adelante, porque lo irradiaron de manera local. Pero cuando fue sometido al segundo tratamiento (quimioterapia) se le empezó a caer el pelo a mechones y él me dijo que se quería rapar. Yo lloraba y lloraba, me chorreaban las lágrimas (mientras le cortaban el pelo) de verlo quedar peladito”, aseguró.

La comunicadora mencionó que para ella era un “pelado raro”, debido a que su cuero cabelludo tenía zonas oscuras y otras más claras. Además, debido al corte de pelo se podía ver la cicatriz que le dejó la operación.

“Cuando llegamos a Chile estaba la imagen de la Virgen de Fátima, fuimos a una misa y él llegó con su gorrito. Cuando llegó el momento de la comunión él se sacó su jockey y yo me emocioné por su gesto de humildad. Toda la iglesia se volcó a mirarlo y él se quedó muy tranquilo”, concluyó.