El rubro gastronómico vive momentos delicados producto de la crisis provocada por la pandemia. Los llamados a quedarse en sus hogares han dejado vacíos los locales de comida.

Es el caso del restaurante más antiguo de Chile, la Confitería Torres, que debido a la contingencia se ha visto obligado a reinventarse para sobrevivir a la crisis.

Claudio Soto, el dueño del local que opera desde 1879, cuenta que han empezado a despachar los platos a domicilio, con el objetivo de subsistir ante la crisis.

Según constata El Mercurio, Soto asegura que toda su familia está trabajando en el local, luego de que el 98% de los empleados se acogieran a la Ley de Protección al Empleo.

“Nosotros tenemos una carta, de cuatro a cinco platos, que se va modificando y se la vamos a dejar a nuestros clientes sin costo. Para eso, la familia completa son los distribuidores. Todos estamos en esa parada y estas entregas han ido creciendo”, explica, aunque asume que los ingresos son marginales y buscan al menos subsistir.

Soto, su esposa e hija se preocupan de la preparación de los platos y luego los van a dejar a domicilio. Más adelante esperan añadir el sistema take away (para llevar).

“El Chile de la pospandemia será mucho mas restringido en términos presupuestarios. Pero van a tener que seguir comiendo… Aunque dentro de un marco más austero y ahí, entonces, tendrá que haber una oferta adecuada a los nuevos tiempos”, comenta el dueño del restaurante más antiguo del país.

“Platos de buena calidad, pero no a los valores que se cobraban. Quizás cambie el envase, la manera en que se sirve, pero no la calidad”, asegura.