Una indagación en la que fueron consultados adultos mayores reveló que un 12% de los consultados mayores de 75 años trabaja, aunque el 60% sostuvo que sus ingresos provienen de su pensión. La mayoría admitió que cuando compra paga en efectivo, evitando las transacciones.

Las cifras corresponden al Estudio de Percepción del Consumidor Adulto Mayor (ECCAM), realizado por la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián.

De acuerdo con el sondeo, aplicado entre abril y junio de este año en una muestra de 382 personas (mujeres de 60 años y más y hombres de 65 años y más) en la comuna de Concepción, el 33% trabaja. Al segmentar a los mayores de 75, el porcentaje se reduce al 12%.

Gonzalo Chávez Cerda, académico de Ingeniería Comercial de la USS, indicó que los factores para mantenerse activo por sobre los 70 años son diversos.

“Esta cifra puede representar a adultos mayores que necesitan trabajar producto de bajos ingresos de jubilación como también a adultos mayores que tienen su propio negocio y que han decidido no jubilarse por otra razón. Por ejemplo, muchos profesionales siguen ejerciendo a pesar de pasar la edad de jubilación porque prefieren trabajar, más allá de que exista o no una necesidad financiera”, comentó.

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Según el estudio, el 60% sostuvo que sus ingresos provienen de la pensión; el 26% indicó que su fuente de ingresos es un negocio o trabajo y el 7%, de subsidios estatales. Al consultar por la situación económica, un 13% la definió como “muy buena”.

Brecha tecnológica

Entre los aspectos que aborda este estudio están las costumbres de los consumidores. Así, un 87% declaró que hace por sí mismo las compras; un 12% dijo que alguien del hogar las hace y sólo un 1% usa servicios de entrega a domicilio. Lo anterior se condice con que el 69% paga con efectivo, no usando, por ejemplo, tarjetas bancarias.

El profesor Gonzalo Chávez lamentó que, al no hacer uso de la tecnología, queden al margen de beneficios.

“Hay muchas promociones al hacer compras online, por ejemplo, cupones, códigos de descuento, etc, o con tarjeta de crédito como puntos, dólares premio, las que superan a las promociones al comprar con efectivo”, sostuvo.

Puntualizó que, además, “al no participar de la comunidad que compra online no tienen los beneficios del marketing dirigido, es decir, promociones y ofertas especiales para cada persona, lo cual hace que sus costos de búsqueda sean mayores”.

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Buenas evaluaciones

A pesar de la queja habitual en relación con la calidad de ciertos servicios, en este segmento la percepción no es negativa. Por ejemplo, un 32% considera muy amigable el transporte público y sólo un 5% lo define como nada amigable. También un tercio opinó que la atención en salud es muy amigable.

Gonzalo Chávez planteó que esta percepción se puede deber a que existen medidas prioritarias para los adultos mayores como asientos exclusivos o listas de espera separadas en el caso de los servicios de salud, que mejoran su experiencia en comparación con el resto de la población.

“Otra posible diferencia es que no utilicen estos servicios en sus horarios punta, dada la flexibilidad que conlleva no trabajar o trabajar de forma independiente. En el caso del transporte público, puede verse muy distinto tomar un bus a las 07:30 am en comparación con tomarlo a las 10:30 am, dadas las diferencias en la demanda”, sostuvo.

Nivel de satisfacción

Uno de los datos positivos que arrojó el estudio fue el nivel satisfacción con la vida en este segmento. Un 62% se declaró muy satisfecho y sólo un 1% contestó que se sentía nada satisfecho.

Alina Muñoz Rojas, socióloga y académica de Ingeniería Comercial USS, indicó que uno de los elementos que facilita el bienestar emocional de las y los adultos mayores, y con ello la sensación de felicidad, es la autovalencia.

“En el estudio ECCAM, un 87% de los adultos mayores reportan autovalencia, cifras que evidencian la importancia que las personas mayores dan a la independencia, especialmente de su grupo familiar”, dijo.

La académica detalló que el nivel de autovalencia refleja “un envejecimiento activo que además permite a las personas potenciar su bienestar físico, social y mental, a través de la participación social y la inclusión, de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades, contribuyendo a su calidad de vida”.