La NASA se encuentra trabajando en un plan ante el eventual riesgo que supone el asteroide Bennu, el que en 2135 podría convertirse en una amenaza para la Tierra.

Así lo afirmó Brent W. Barbee, ingeniero aeroespacial de la agencia norteamericana, quien sostuvo que están haciendo estos estudios para estar preparados, aunque aclaró que por el momento todo es teórico.

Y es que aún cuando las probabilidades de impacto en nuestro planeta son de 1 en 2.700, los expertos pretenden tener un plan de contingencia.

“Estamos haciendo estos estudios de diseño para prepararnos nosotros mismos, así si encontramos un objeto amenazante, estaremos mejor preparados para tratar con él”, comentó Brent al periódico The Washington Post.

Para esto, el plan que han estudiado los expertos de la NASA es el de enviar un dispositivo nuclear a Bennu para así desviar su trayectoria.

El programa ha sido bautizado como “Misión de mitigación de asteroides a hipervelocidad para respuesta de emergencia” (HAMMER por sus siglas en inglés).

Comparación de Bennu con el Empire State y la Torre Eiffel | news.com.au
Comparación de Bennu con el Empire State y la Torre Eiffel | news.com.au

No obstante, Barbee llamó a la calma, pidiendo al periodista del citado medio que lo entrevistó que no escriba que “un asteroide va a impactar a la Tierra”.

Cabe señalar que la NASA ya envió en septiembre de 2016 la nave OSIRIS-REX hacia Bennu, que tiene el tamaño del Empire State, para recolectar muestras de su superficie durante 2018 y traerlas a la Tierra para su estudio en 2023.

Los científicos creen que este asteroide ha cambiado poco desde su formación y que el cuerpo cósmico, rico en carbono, podría revelar información valiosa sobre el estado del sistema solar y de la Tierra hace miles de millones de años.

“El principal objetivo de OSIRIS-REX es traer al menos 60 gramos de materiales -hasta dos kilos- ricos en carbono, que serán tomados de la superficie del asteroide Bennu”, explicó en 2016 Dante Lauretta, profesor de ciencia planetaria en la Universidad de Arizona.

Será la cantidad más grande de material extraterrestre traída por la agencia espacial desde el programa Apolo (1969-1972), cuando los astronautas estadounidenses trajeron un total de 362 kilos de roca lunar.