En Estados Unidos hay dos organizaciones sin fines de lucro, abocadas ciento por ciento a procurar que la legalidad se cumpla ciento por ciento. Sin recovecos en letra chica y sin términos ambiguos que puedan entenderse de una u otra manera según le convenga a algún generoso financista. O sea, son dos instituciones que se niegan a hacer “lobby”.

Estas son el Instituto Cato y el Instituto Democracia. No reciben financiamiento de ninguna gran Corporación Transnacional ni de ningún partido político. Pero su trayectoria ha sido invariablemente tan transparente y sincera, que un gran número de prósperos pequeños empresarios hacen aportes suficientes para que se mantengan funcionando, observando con mirada certera los manejos no siempre sanos ni transparentes de la política.

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