En la elección parlamentaria del jueves pasado en Gran Bretaña, el Labor Party, el Partido de los Trabajadores, la gran Izquierda británica, sufrió la más humillante derrota de los últimos 80 años.

Perdió 52 escaños en la Cámara de los Comunes, quedando reducido a sólo 203, mientras que el Partido Conservador, encabezado por Boris Johnson, alcanzó 365 diputados, con el 46% de los votos. O sea, una mayoría suficiente para gobernar como mejor le plazca.

De hecho, ni siquiera la suma de todos los parlamentarios no conservadores alcanzaría para aprobar, por ejemplo, un voto de censura al gobierno de Johnson, o para convocar a elecciones anticipadas.

Es decir, la derecha dura de Gran Bretaña se aseguró para mantenerse cómodamente en el poder al menos hasta el primer jueves de mayo de 2024.