Camino cerrado, de Paula Ilabaca Núñez (1979), se suma a la corriente de novelas policiales escritas por expolicías. De aquellos que escriben desde “adentro”, desde este lado de la ribera. Ella lo hace siendo hija de un detective y perito en huellas. Con una mirada femenina.

Policial y literatura “delictual”

El género policial es amplio y diverso. Con muchos seguidores y amantes. También con detractores, entre los que, por periodos, me incluyo.

En Chile, Ramón Díaz Eterovic es posiblemente el más prolífico y popular en este género. Su detective Heredia es un clásico. Ha creado un personaje con una mirada amplia sobre nuestra sociedad, recogiendo la contingencia y nuestras identidades.

Dentro del género, están quienes escriben desde sus propias historias, sus experiencias. Tanto de sus pasados de policías (como carabinero o de Investigaciones) o de delincuentes. Aunque estos podrían crear “literatura delictual”, dada la mirada.

En el primer grupo destaca el policía de Investigaciones René Vergara (1916-1981), con libros como Taxi… para el insomnio o Un soldado para Lucifer. Y el “Paco” Luis Rivano (1932-2016), con libros como Tirar a matar y El rucio de los cuchillos, además de una gran producción para teatro.

En la otra ribera, hay nombres como Alfredo Gómez Morel (1917-1984) que, si bien escribió su biografía en tres volúmenes (El río, La ciudad, el mundo), sus libros califican -para mí- como novelas policiales, o más bien delictuales. Por la forma de escribir, los hechos relatados y por las cuotas de fantasía que sospecho incluye.

Otro autor destacado en este lado es Armando Méndez Carrasco (1915-1983), con libros como Chicago chico, Juan Firula o El mundo herido.

Camino cerrado

Camino cerrado se centra en la detective Amparo Leiva. Solitaria, seria, es reconocida por su intuición, su trabajo riguroso y por llegar a resultados. Es, para muchos, la mejor.

Enfrentada, junto a un nuevo compañero de labores, al asesinato de una cajera de un supermercado, resurgirá un antiguo y cerrado caso. Además, habrá cuestionamientos, una traición, un sumario interno y una fuerte pugna interna entre procedimientos, objetivos, valores y formas de ser.

Un caso simple, relativamente fácil de resolver para una policía de su experiencia y capacidades, se ve atravesado por circunstancias y diversos temas humanos, mucho más complejos y menos racionales, que complejizan la historia y la hacen atractiva, cautivante.

Femenino

Camino cerrado no tiene mucha acción, de carrera contra el tiempo o de puzzle aparentemente imposible de resolver. Es decir, no tiene -casi- nada de Agatha Christie o de serie de Netflix.

La novela de Paula Ilabaca, junto al desarrollo del caso, indaga en las mentalidades de los investigadores más allá de las caricaturas. De sus formas de proceder, de actuar, de pensar. Lo hace mostrando seres humanos “normales”, tratando de hacer su trabajo a veces con entusiasmo, otras con desgano, apatía.

Todo lo anterior a través de un crimen a todas luces “pasional”. Eso no es un detalle. La historia pasa a principios de este siglo, cuando el feminicidio, como figura legal, no existía. Cuando eran más fuertes ideas machistas como “crímen por amor”, pasional o por celos. Paula Ilabaca entrega una mirada femenina clara, sin dobleces, aunque no militante ni planteada desde una ideología explícita.

Camino cerrado de Paula Ilabaca (que trabajó en la PDI) es una novela policial que muestra formas de ser policía desde adentro. Que invita a reflexionar y empatizar reconociendo luces y sobras, aciertos y errores, fortalezas y debilidades, desde una mirada femenina.

Portada de Camino cerrado LOM Ediciones

Camino cerrado

Paula Ilabaca
LOM Ediciones

2022, Santiago de Chile