“El mundo herido” es un libro que muestra con crudeza la marginalidad de los cerros, El Litre y La Cruz en particular, y el plan de Valparaíso de fines de los años 20 e inicios de los 30.

El autror se sitúa como “Un muchacho perdido, rebelde, con talento de gañán.” (pp 43)

Conocedor de esa realidad -donde vivió parte de su infancia- y del lenguaje tanto popular como de la clase media-baja, Armando Méndez Carrasco (1915 – 1984) entrega una mirada desde “adentro” que empatiza con los vagabundos, los pequeños delincuentes, vendedores ambuilantes, las prostitutas.

“Después el hombre-sexo se vestía, dejaba unos billetes sobre el velador y la hembra se quedaba con la amargura en los labios.” (pp 272).

“Esa casa de placeres seguiría entrelazando las gracias de la carne con la angustia del espíritu.” (pp 288)

Armando Méndez Carrasco (El mundo herido, 1955; Chicago Chico,1962; ¡Ordene mi teniente!, 1970; La Mierda, 1972) fue varias veces censurado por coprolálico (por usar un lenguaje grosero, obsceno y vulgar), motivo por el cual se radicó en Los Ángeles después del Golpe de Estado.

– ¿Por qué no los decís cómo tiene el choro? Creís que no los hemos dao cuenta que la Cintya llega a rascar el pico cuanto tira.” (pp 264)

Es que Armando Méndez Carrasco parece hacer suya una frase que cuela a la pasada: “La franqueza no tenía velos…” (pp 274)

Pero es justamente esa franqueza y el uso de ese lenguaje, propio de los personajes que son protagonistas de sus libros, el que permite acercar al lector a esos mundos marginales, vulnerados. Mundos que el reivindica acusando el abandono en el que la sociedad los tiene.

“El mundo herido” se centra en “Curipipe”, un niño hijo de un profesor alcohólico y de una mujer frustrada, mostrando las penurias materiales y afectivas que vive.

“Le vi siempre borracho, arrastrándose, fétido, descompuesto, hediondo de continuo a mierda” (pp 73)

Es esa situación lo que lleva a “Curipipe a buscar lealtades en un par de niños vagabundos (Pitopán y Timbirita), ladrones ocasionales.

Armando Méndez Carrasco usa un lenguaje rico y diverso de mundos populares que muestran culturas locales fuertes -aunque lejanas y opuestas a la “academia”-, culturas que se relacionan con el sobrevivir, con el poder soportar las precariedades de todo tipo como el desprecio y las vulneraciones que sufren tanto por parte de las policías como de las personas, de la sociedad que descargan en ellos sus propias frustraciones.

Y la conclusión es ruda: “Losotros nacimos pa la cárcel” (pp 71, pp 290)

“Un mundo herido” es un gran libro que permite adentrarse en ese Chile marginal de antaño y, a partir de él, analizar la situación actual.

En este sentido, “Un mundo herido” aborda, además, temas que nos resuenan de manera violenta hoy, como es la tortura -explícita y brutal- que le aplica personal de Investigaciones a Curipipe para que se inculpe de un crimen que no ha cometido o el abuso sexual que sufre por parte de un sacerdote.

“- Además, si un sacerdote es malo, los otros no lo son.” (pp 73)

Vale destacar la gran re-edición que ha hecho Tajamar Ediciones, que no sólo casi no tiene errores, sino que indica los distintos cambios que introdujo su autor en las cinco ediciones anteriores del libro.

Destacar además que buena parte de los libros de Méndez Carrasco fueron auto-ediciones, dado el desprecio que sufrió por parte de la élite literaria como por parte de editoriales.

Finalmente, mencionar que este libro y la obra de Armando Méndez Carrasco se complementa, por ejemplo, con El río de Alfredo Gómez Morel y autores como Luis Rivano y otros que retrataron mundos populares, marginados.

El  mundo herido, Tajamar Editores (c)
El mundo herido, Tajamar Editores (c)

El mundo herido

Armando Méndez Carrasco
Tajamar Editores
Santiago de Chioe, abril de 2019