Ese año 1962, Alfredo Gómez Morel (1917-1984), un delincuente, hijo de una prostituta, que se formó en las riberas del río Mapocho, que luego se transformó en delincuente “profesional” para después llegar a operar en Perú, Colombia (donde fue testigo del bogotonazo en 1948, luego del asesinato de Juan Elíecer Gaitán) y otros países, publicó el libro El Río, donde en forma explícita relata violaciones reiteradas que sufrió por parte de dos curas en un internado.

Alfredo Gómez Morel, que hizo grandes esfuerzos por abandonar el mundo delictual, publicó en 1962 su primera novela autobiográfica, titulada El Río. En ella relata la mala relación con su madre (dedicada a la prostitución), su padre (un hombre acomodado, con familia, que aportaba dinero y en un par de ocasiones trató de darle un mejor futuro a su hijo “natural”), su paso por diversas instituciones educacionales y carcelarias y el proceso de incorporación y formación en el mundo delictual en el río Mapocho.

El Río es una novela rica en descripciones de los ambientes, de los diversos personajes, de sus “leyes” y códigos. Un libro que permite entender esos mundos paralelos de los diversos grupos de marginados, que Gómez Morel describe con conocimiento, poniendo énfasis en sus características y sus diferencias.

Abuso y violaciones de sacerdotes

Sin embargo, y a la luz de tantas denuncias de los últimos años, llama la atención que en el libro El Río (libro autobiográfico) Alfredo Gómez Morel plantea en forma explícita, directa, sin eufemismos, que el fue abusado y violado en forma reiterada por curas mientras estuvo en un internado. Eso ocurrió a fines de los años 30 o principios de los 40.

Estamos hablando de 56 años atrás… Entonces, si Gómez Morel tuvo una cuota de éxito, cobertura de prensa, se le hicieron entrevistas… ¿Por qué el tema de los abusos sexuales y violaciones de las que fue víctima por parte de sacerdotes no tuvo efectos, consecuencias?

Los temas de abusos y violaciones por parte de curas se sabían hace muchos años, y sería sano que esas complicidades, miradas para el lado o simplemente obviar se explicitaran y también tuvieran espacio, que fueran parte de la discusión.

¿No se abordaron porque eran curas? ¿No se tocaron porque la Iglesia Católica, en ese tiempo, tenía mucho poder? ¿O no se tocaron porque era un “delincuente”, y afectaba a niños de la calle? (Porque tampoco se podían abordar si afectaba a “niños bien”, para que no perdieran esa condición).

Alfredo Gómez Morel también relata violaciones sexuales entre presos y de un gendarme a un preso… ¿Cuánto debemos esperar para enfrentar también esos casos? Al menos se ha ido avanzando en abusos sexuales dentro de las Fuerza Armadas y de Carabineros.