Señor
Sebastián Piñera
Presidente de la República
Presente

Hubiera preferido hablarle de las maravillas que he encontrado explorando la Ciudad de los Muertos porque su Bicentenario es una ocasión para poner en valor su historia y celebrar sus virtudes.

Con suma urgencia, intenté comunicarme con Usted en marzo de 2018, dirigiéndole una carta titulada “Refundación y Renacimiento del Cementerio General de Santiago”, un día después que asumiera el cargo de Presidente. La situación era angustiante en ese entonces, como lo explican los hechos narrados en el historial de cartas a la Presidencia relacionadas con esta crisis, pero desgraciadamente es mucho más inquietante ahora, trascurridos casi 4 años.

Un día domingo 9 de diciembre de 1821, Bernardo O’Higgins daba por inaugurada una obra emblemática y concebida para ser inmortal. Fue denominado “panteón”, por su vocación de ser un templo cívico encomendado al descanso en paz de sus ciudadanos y a la gloria de los héroes y próceres de la República, incluidos sus Presidentes. Hoy lamentamos la descomposición de su antigua majestad y somos testigos de las consecuencias de la violencia, de la corrupción y la impunidad, de la acción de mafias, de ruinas macabras, de una crisis ecológica y de un país que mira con indiferencia esta tragedia.

Espero que pueda orientarse con mi diagnóstico de la realidad actual de la necrópolis. El paso del tiempo es apremiante y para no perder oportunidades, le suministro a continuación, las mejores soluciones para superar esta crisis.

Mausoleo Baquedano, Tomás Domínguez Balmaceda (c)

A.- Crisis del Patrimonio Cultural

Desde su declaratoria como Monumento Histórico en enero de 2010, el Consejo de Monumentos, ha sido un gran ausente en detener y combatir el deterioro del Cementerio General y ha mostrado indulgencia con la Municipalidad de Recoleta ante el deterioro del sitio patrimonial y las vulneraciones de decreto 72-1. Históricamente ha mantenido pasividad al momento de impulsar iniciativas y proyectos de mejoramiento, solicitárselos al MOP o al momento consultar recursos al Presupuesto Nacional para conservar esta herencia colosal. Desde 2018 el nuevo Ministerio de las Culturas ha sido el actor de Gobierno, más relevante en dar la espalda a este patrimonio cultural, ignorando la crisis de deterioro en aceleración y negando el socorro oportuno en los tiempos críticos.

La elución por parte del Estado Chileno de sus obligaciones en la reconstrucción de los monumentos del Cementerio, ha traído como consecuencia el que a 11 años del terremoto todavía las obras no superan el 16% y se mantiene el problema de restos insepulcros bajo los escombros. El valiosísimo tejido urbano de la necrópolis antigua y de piedra, presenta ruinas macabras que menoscaban su calidad de museo y denigran la dignidad humana.

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La colusión histórica entre el Consejo de Monumentos y la Municipalidad de Recoleta, ha dado decenas de frutos amargos como la no reconstrucción, la muerte del parque centenario, la proliferación del mercado negro, violaciones de propiedad intelectual y la impunidad para quienes han dañado el inmueble.

Ha sido infame la política sostenida por el Ministerio de las Culturas, de negarle al Cementerio General la oportunidad que UNESCO evalúe sus Valores Universales Excepcionales, privándole así su futura distinción y la urgente vigilancia intergubernamental, que rompería la colusión.

B.- Crisis de Segregación y Dignidad

El vandalismo y las profanaciones del 7 de julio y del 11 de septiembre del 2021, dañaron casi un centenar de monumentos inclusive las tumbas de los presidentes Arturo y Jorge Alessandri, Pedro Montt, Juan Antonio Ríos, Federico Errázuriz Echaurren y Carlos Ibáñez del Campo. Es deseable que la Presidencia de la República cuide las tumbas de los ex Presidentes y que en nombre de los callados, levante la voz si son éstas son atacadas.


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El Cementerio refleja cómo ha sido nuestra sociedad a través de su historia y sus barrios reproducen la segregación de la ciudad de los vivos, hasta el día de hoy. Los ataques a las tumbas del Casco Antiguo, es una expresión ira en contra de los institucional, de odio de clase y rabia por la inequidad entre las tumbas perpetuas para ricos y tumbas menos dignas, de arriendo para pobres.

C.- Crisis Sanitaria

Los cementerios públicos son “generales” para ricos y pobres en un mismo espacio, razón que dicta que al menos de un 20% de su superficie sea para tumbas de pobres de solemnidad. Hoy la mayoría de los cementerios públicos de Chile no lo cumplen, funcionando sin resolución sanitaria y enfrentando problemas de saturación espacial interna como quedó demostrada en la pandemia.

En Santiago no hay otros cementerios públicos, en circunstancias demográficas que demandan 4 camposantos similares al actual, vacío de mercado llenado en las últimas décadas por empresas privadas. La postergación histórica de la solución de esta carencia significó que el Cementerio General agotara su espacio en la década de 1970 y desde entonces han habido problemas de sobredensificación irregular. En consecuencia y hace décadas, hoy un santiaguino prácticamente no tiene dónde comprar un espacio donde caerse muerto, en un cementerio público.

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En una cultura institucional en la que pareciera común darle la espalda al Cementerio General, preocupa la opacidad y el abandono de funciones de la Seremi de Salud en el cumplimiento de sus obligaciones del Código Sanitario y del Reglamento General de Cementerios, en fiscalización y en tomar conocimiento de la realidad en terreno que vive el Cementerio General y los otros cementerios públicos de Chile.

D.- Crisis Institucional Municipal

Aunque lo hayan querido dar por muerto, el Cementerio General conserva la actividad incesante que le da la inercia propia de su gran envergadura y continúa atrayendo usuarios que buscan las raíces familiares al momento de morir. Además lo sostiene la misión incesante de tener que enterrar a los pobres de la ciudad.

Preocupa la persistente pérdida de participación de mercado en las últimas décadas y por lo tanto de los ingresos del presupuesto anual del Cementerio General. En promedio hoy se entierran 6.400 personas al año y el municipio no impulsa proyectos para ofertar sus productos a escala metropolitana. La disminución anual de los servicios y su encarecimiento, amenazan con sobrecalentar las finanzas y causar la reducción progresiva del personal, que es el principal ítem de gastos. El Cementerio podría dejar de reportar utilidades al municipio en el mediano plazo, para empezar a generar pérdidas y pasar a ser una carga demasiado grande para una comuna, precipitando una eventual clausura. Esta es hoy la mayor amenaza para el futuro del Cementerio.

Alarma la crisis institucional mantenida por la administración de Recoleta, que da señales permanentes de incurrir en irregularidades que dañan la imagen institucional.

Como se lo señalé en la carta del 12 de marzo de 2018 el Cementerio General necesita ser desmunicipalizado a través de un Proyecto de Ley, para luego ser Refundado creando una corporación de derecho público o a una fundación sin fines de lucro, hacia la cual sea traspasada su propiedad y responsabilidades de cuidado, pero con la asignación importante del Presupuesto de la Nación para posibilitar el Renacimiento de esta institución bicentenaria.

E.- Crisis Urbana

Como cualquier ciudad, el Cementerio General tiene necesidades urbanísticas proporcionales a su terreno de más de 80hás y el Gobierno Regional, del Minvu y del MOP no han sido impulsores de su mejoramiento. Como consecuencia el Cementerio General sufre del abandono y obsolescencia en su infraestructura urbana sin inversiones importantes en los últimos 50 años, principalmente en su intrincada red de avenidas, calles y pasajes interiores, de las que el municipio en gran medida se desentiende.

Para revertir el envejecimiento, es necesario realizar inversiones en urbanismo ejecutando un Plan de Renacimiento de 16 pilares:

1.-

Revitalizar la Plaza La Paz desarrollado un programa arquitectónico motor de actividad urbana, relacionado con el hecho urbano de ser la antesala de un gran museo, como un Centro de Visitantes en el edificio Oriente de Los Portales y un Centro de Restauración y Construcción en el edificio Poniente. También racionalizando estacionamientos, activando áreas verdes, implementando seguridad y restaurando el monumento de las Víctimas de La Compañía.

2.-

Realizar la reconstrucción de los daños del terremoto del 2010. Para el próximo, contratar un seguro contra sismos y adoptar las medidas de precaución y refuerzo preventivo de la colección arquitectónica.

3.-

Restaurar la colección de esculturas y valorizarla museológicamente.

4.-

Realizar ensanches de superficie hacia los terrenos expropiables de vivienda, talleres y salud, ubicados dentro de la Macromanzana del perímetro Zañartu-La Unión-Recoleta-México-Lafayette-San José. Habilitar un nuevo ingreso vehicular por av. México en el extremo norte.

5.-

Incorporar el cerro Blanco al Cementerio General como era antiguamente y dotarlo de la infraestructura para que pueda convertirse en un cementerio de honor y futuro Panteón de Presidentes de la República.

6.-

Ampliar a 25 años la duración de las tumbas para pobres que hoy son en tierra y por 5 a 7 años, y mejorar sustantivamente la dignidad de las condiciones materiales.

7.-

Volver a ofertar terrenos a particulares y familias que quieran construir sus propias tumbas, para lo que es necesario enajenar varias hectáreas y racionalizar su uso con un horizonte de planificación de largo plazo.

8.-

Renovar las redes de aguas, energía, seguridad, vialidad y servicios higiénicos. Reparar pabellones y galerías descuidadas.

9.-

Difundir su historia y su patrimonio cultural, e implementar en terreno un programa museológico de valorización patrimonial del sitio con infografía, mobiliario, audioguías, sitio Web, rutas guiadas para escolares y turistas, complementado con un centro de visitantes de Plaza La Paz.

10.-

Mejorar pavimentos, suelos vegetales, veredas, canaletas, señalética, mobiliario, jardines, fuentes, santuarios populares.

11.-

Recuperar los derechos de aguas originales, reforestar con criterios patrimoniales y medioambientales. Forestar el sector norte y volver a regar el parque por canales y sistema hidráulico tradicional.

12.-

Mejoramiento de las dependencias para funcionarios, oficinas de administración y atención de público, el Archivo, instalaciones para cuidadoras y constructores, rondines, informaciones, vivero.

13.-

Incrementar construcción de edificios de nichos en zonas nuevas, con intensidad de uso de suelo con tipologías arquitectónicas de densificación.

14.-

Mitigar los efectos de desconexión intercomunales generados por la Macromanzana que contiene al Cementerio, ensanchando y mejorando las vías de circulación oriente – poniente, de calles Zañartu y México.

15.-

Reconsolidación Avenida La Paz como eje urbano y procesional.

16.-

Realización de actos de desagravio en el contexto histórico de esta Bicentenario, hacia la memoria de las personas afectadas por profanaciones, saqueos y vandalizaciónes. Con condiciones de paz garantizada y recuperación de la confianza en la seguridad y la institucionalidad, podría imaginarse la realización de un acto de significado refundacional como la devolución a su ubicación original en el Patio Gótico, de los restos del fundador del Cementerio y de su monumento funerario hoy casi olvidado en la Cripta de Plaza Bulnes.

Cuando descubrí el pasado del Cementerio General supe que su futuro pasaba por mis manos. Preocupado por la decadencia agónica y la eventual muerte del Cementerio, aprendí a estudiar, a valorizar, a comunicar, a proteger, a gestionar y a restaurar esta herencia. Busqué auxilio en la institucionalidad y conocí ahí la raíz de muchos de sus problemas.

El cuidado de las tumbas de los antepasados es una deuda de reside en la ciudadanía, es decir en los deudos. El Culto a los Muertos paga una deuda vital, cultivando la memoria. Cuando fallan las instituciones creadas para cuidar el descanso de los muertos, la ciudadanía está obligada a llenar el vacío.

El papel que desempeño para dar protección a Cementerio General ha sido consecuencia de las circunstancias y no es un trabajo gratificante para mí. Espero que en el largo plazo se imponga el orden, que mi función no sea necesaria y la institución sea la que se cuida a sí misma. Aunque he hecho cuanto he podido para combatir la decadencia del Cementerio General, he visto con impotencia cómo no he logrado frenar su deterioro, ni revertir los daños que ha sufrido.

Espero que este diagnóstico le sea de utilidad para restaurar la paz en la necrópolis y que mis palabras sean la semilla para orientar la Refundación e iluminar a la Presidencia para el Renacimiento del Cementerio.

Tomás Domínguez Balmaceda
Arquitecto proyecto Ciudad de los Muertos